lunes, 6 de marzo de 2017

Kenneth J. Arrow, prem​io nobel en Economía.

Kenneth J. Arrow, prem​io nobel en Economía,


Como es sabido por algunos ya, el 21 de febrero falleció el profesor Kenneth J. Arrow, prem​io nobel en enocnomía, a la edad de 95 años.

Arrow es mundialmente conocido por un teorema de imposiblidad. Cabe indicar, que este tipo de teoremas pueden interpretarse como un límite mismo de la razón, y que se ha llamado límite interno (siguiendo a Jean Ladrière).

En esta ocasión les remitimos el texto homenaje al teorema de imposibilidad de Arrow, hecho por Amartya Sen, Eric Maskin, Amartya Sen, Partha Dasgupta y Prasanta K. Pattanaik el año 2014.

Kenneth J. Arrow, MA, PhD
Joan Kenney Professor of Economics and Professor of Operations Research, Emeritus
Stanford Health Policy Fellow
FSI Senior Fellow by courtesy


Research Interests
Measurement of welfare changes in a dynamic economy; collective decision-making; the role of networks in the labor market

Bio

Kenneth Arrow is the Joan Kenney Professor of Economics and Professor of Operations Research, emeritus; a CHP/PCOR fellow; and an FSI senior fellow by courtesy. He is a Nobel Prize-winning economist whose work has been primarily in economic theory and research operations, focusing on areas including social choice theory, risk bearing, medical economics, general equilibrium analysis, inventory theory, and the economics of information and innovation. He was one of the first economists to note the existence of a learning curve, and he also showed that under certain conditions an economy reaches a general equilibrium. In 1972, together with Sir John Hicks, he won the Nobel Prize in economics, for his pioneering contributions to general equilibrium theory and welfare theory.

Arrow has served on the economics faculties of the University of Chicago, Harvard and Stanford. Prior to that, he served as a weather officer in the U.S. Air Corps (1942-46), and a research associate at the Cowles Commission for Research in Economics (1947-49). In addition to the Nobel Prize, he has received the American Economic Association's John Bates Clark Medal as well as the National Medal of Science. He is a member of the National Academy of Sciences and the Institute of Medicine. He received a BS from City College, an MA and PhD from Columbia University, and holds approximately 20 honorary degrees.
   
Reflections on the Reflections
Intergenerational Equity and the Rate of Discount in Long-Term Social Investment
  
Discounting, Morality, and Gaming

Paradoja de Arrow


En teoría de la decisión, la paradoja de Arrow o teorema de imposibilidad de Arrow establece que cuando los votantes tienen tres o más alternativas, no es posible diseñar un sistema de votación que permita reflejar las preferencias de los individuos en una preferencia global de la comunidad de modo que al mismo tiempo se cumplan ciertos criterios "racionales":

    Dominio no restringido.
    Ausencia de un "dictador", es decir, de una persona que tenga el poder para cambiar las preferencias del grupo.
    Eficiencia de Pareto
    Independencia de alternativas irrelevantes.

...
Teorema de imposibilidad de Arrow
Este teorema fue dado a conocer y demostrado por primera vez por el Premio Nobel de Economía Kenneth Arrow en su tesis doctoral Social choice and individual values, y popularizado en su libro del mismo nombre editado en 1951. El artículo original, A Difficulty in the Concept of Social Welfare, fue publicado en The Journal of Political Economy,1 en agosto de 1950.

Por Francisco Larraín, economista de F&K Consultores

El fallecimiento del premio Nobel de Economía Kenneth Arrow –el más joven en recibir dicho premio, recién a los 51 años– nos invita a hacer una breve reflexión sobre su legado.

Posiblemente, además de sus aportes al análisis del equilibrio general de los mercados (también conocido como la “mano invisible”), uno de sus mayores aportes a las ciencias sociales fue el famosísimo Teorema de Imposibilidad de Arrow, en el cual demuestra matemáticamente que -bajo ciertos supuestos– no existe ningún mecanismo que sea infalible en tomar las preferencias individuales y entregar preferencias sociales.

Puesto en simple, imaginemos una cajita negra misteriosa a la que introducimos las preferencias personales de un grupo de personas, la caja los procesa y nos entrega algo así como las “preferencias sociales”. Según demuestra el Teorema de Arrow, esta cajita podrá intentar utilizar todos los mecanismos habidos y por haber (la votación proporcional, el Método de Condorcet, segunda vuelta) y, sin embargo, con ninguno de dichos mecanismos podría asegurar que las “preferencias sociales” cumplan con ciertos requisitos que parecen mínimos desde una perspectiva lógica.

A modo de ejemplo, uno de los requisitos exigidos es que si la cajita dice que “a” es socialmente preferida a “b”, no puede ser que todas las personas que introdujeron sus preferencias individuales prefieran a “b” sobre “a”. Otro requisito es que cada individuo puede tener las preferencias que se le ocurra. Suena razonable.

De manera controversial, Arrow muestra que la única forma de cumplir con estos requisitos es tomando la preferencia de una persona como la preferencia social, la famosa “solución” dictatorial. La primera reacción frente a este resultado podría ser pesimista: no existe tal cosa como el bien común y la democracia está condenada a desilusionar a sus miembros.

Sin embargo, una reflexión más profunda –como la realizada hasta el día de hoy por diversas disciplinas en torno a su trabajo– permite obtener conclusiones interesantes.

Por ejemplo, la imposibilidad de Arrow no se sostiene cuando se limitan ciertas preferencias individuales, cuestión que parece razonable en una sociedad que impone límites legales, éticos y regulatorios a lo que un individuo podría preferir.

En la misma línea, el teorema de imposibilidad de Arrow contiene un llamado a alinear las expectativas con lo que efectivamente es posible y, así, protegernos del populismo: no existen salvadores ni fieles intérpretes de la voluntad popular.

Por último, la democracia representativa surge como una opción razonable frente a la imposibilidad de que nos pongamos de acuerdo en cada una de las decisiones que una sociedad debe tomar.

En definitiva, el aporte del economista –que en ningún caso se suscribe sólo a su Teorema, sino que incluye grandes aportes en la teoría del equilibro general en los mercados– es profundo y contiene reflexiones que hoy, tras su muerte y más de 50 años después de la creación de su Teorema, nos siguen interpelando e invitando a reflexionar sobre el individuo, la sociedad y la democracia.

http://www.pensamientocritico.info/index.php/articulos-1/goticas-de-economia-critica/el-teorema-de-imposibilidad-de-arrow-reconsiderado-ies-el-bien-comun-una-busqueda-imposible

https://en.wikipedia.org/wiki/Arrow%27s_impossibility_theorem

domingo, 5 de marzo de 2017

El significado de lo Trascendental..

El significado de lo Trascendental.





Trascendental
La trascendencia se refiere a ir más allá de algún límite o superar las restricciones de un determinado ámbito.

En filosofía
El sentido más inmediato y elemental de la voz trascendencia se refiere a una metáfora espacial. Trascender (de trans, más allá, y scando, escalar) significa pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa. Desde un punto de vista filosófico, el concepto de trascendencia incluye además la idea de superación o superioridad. En la tradición filosófica occidental, la trascendencia supone un «más allá» del punto de referencia. Trascender significa la acción de «sobresalir», de pasar de «dentro» a «fuera» de un determinado ámbito, superando su limitación o clausura.

   Así, Agustín de Hipona pudo decir, refiriéndose a los platónicos: «trascendieron todos los cuerpos buscando a Dios». Trascendencia se opone, entonces, a inmanencia. Lo trascendente es aquello que se encuentra «por encima» de lo puramente inmanente. Y la inmanencia es, precisamente, la propiedad por la que una determinada realidad permanece como cerrada en sí misma, agotando en ella todo su ser y su actuar. La trascendencia supone, por tanto, la inmanencia como uno de sus momentos, al cual se añade la superación que el trascender representa.

   Lo inmanente se toma entonces como el mundo, lo que vivimos en la experiencia, siendo lo trascendente la cuestión sobre si hay algo más fuera del mundo que conocemos. Es decir afrontar lo que es el universo.

   Las respuestas a esta cuestión tienen un origen cultural en lo mágico-religioso y su reflexión crítica en la filosofía.

   La filosofía tradicional orienta la cuestión de la trascendencia hacia una demostración o prueba de la inmortalidad del alma y de la existencia de Dios. Para ello se recurre a la analogía del Ser.
La lógica actual no admite como argumento demostrativo la posible inferencia analógica, ni el argumento ontológico.

   Hoy día la cuestión no incide tanto en demostrar dicha existencia, cuanto en el hecho de que el hombre en todo lo que es la problemática de su existencia de un modo inevitable siempre está abierto a esa dimensión misteriosa de lo trascendente.

   En la filosofía actual lo trascendente se refiere más a la posibilidad de un conocimiento objetivo de lo real, en lo que es la crítica del conocimiento, gnoseología, y los sistemas científicos, epistemología, como posibilidad de ir ampliando los horizontes de nuestro conocimiento partiendo del conocimiento del mundo basado en la experiencia posible.

   A diferencia de otras épocas no suele aceptarse el dogmatismo y reconoce el ámbito de lo religioso como una dimensión de la expresión profunda del ser humano.
   El reconocimiento de las creencias y su importancia en la vida social y cultural abre una dimensión nueva: la antropología filosófica.

   La filosofía tradicional reconocía cuatro propiedades trascendentales que trascienden la entidad de cada uno y, por tanto, son propiedades predicables al ente en cuanto tal, a todo ente: Unum, verum, bellum et bonum; (Unidad, verdad, belleza y bondad).

Caso particular es el uso del término «trascendental» en la filosofía kantiana.
Se refiere a las condiciones del conocimiento que organizan la percepción sensible, intuiciones puras en la experiencia; o los conceptos puros o categorías que estructuran y ordenan los conceptos a la hora de formular los juicios; finalmente las ideas de la razón que regulan y dirigen todo el proceso del conocimiento hacia un fin.

Son estructuras subjetivas que, aunque trascienden el conocimiento y el campo limitado de la experiencia individual y generan un conocimiento objetivo, no permiten trascender el ámbito de la experiencia posible, comprendida como mundo. Por ello Kant en lugar de trascendentes las llamó trascendentales.

Original definition
   
The first meaning, as part of the concept pair transcendence/immanence, is used primarily with reference to God's relation to the world and is particularly important in theology. Here transcendent means that God is completely outside of and beyond the world, as contrasted with the notion that God is manifested in the world. This meaning originates both in the Aristotelian view of God as the prime mover, a non-material self-consciousness that is outside of the world. Philosophies and philosophers of immanence such as stoicism or pantheism, Spinoza or Deleuze maintain that God is manifested in and fully present in the world and the things in the world.

Medieval usage
In the second meaning, which originated in Medieval philosophy, concepts are transcendental if they are broader than what falls within the Aristotelian categories that were used to organize reality conceptually. The prevailing notion of transcendental is that of a quality of being which can be predicated on any actually existing thing insofar as it exists. Primary examples of the transcendental are the existent (ens) and the characteristics, designated transcendentals, of unity, truth, and goodness.

Kant (and modern philosophy)
Further information: Transcendental idealism and Transcendental arguments 
In modern philosophy, Kant introduced a new term - transcendental, thus instituting a new, third meaning. In his theory of knowledge, this concept is concerned with the conditions of possibility of knowledge itself. He also opposed the term transcendental to the term transcendent, the latter meaning "that, which goes beyond" (transcends) any possible knowledge of a human being.

For him transcendental meant knowledge about our cognitive faculty with regard to how objects are possible a priori. "I call all knowledge transcendental if it is occupied, not with objects, but with the way that we can possibly know objects even before we experience them."[2] He also equated transcendental with that which is "...in respect of the subject's faculty of cognition."
 Something is transcendental if it plays a role in the way in which the mind "constitutes" objects and makes it possible for us to experience them as objects in the first place. Ordinary knowledge is knowledge of objects; transcendental knowledge is knowledge of how it is possible for us to experience those objects as objects.

This is based on Kant's acceptance of  David Hume's argument that certain general features of objects (e.g. persistence, causal relationships) cannot derive from the sense impressions we have of them. Kant argues that the mind must contribute those features and make it possible for us to experience objects as objects. In the central part of his Critique of Pure Reason, the "Transcendental Deduction of the Categories", Kant argues for a deep interconnection between the ability to have self-consciousness and the ability to experience a world of objects. Through a process of synthesis, the mind generates both the structure of objects and its own unity.

A metaphilosophical question discussed by many Kantian scholars is how transcendental reflection is itself possible. Stephen Palmquist interprets Kant's appeal to faith as his most effective solution to this  problem. 

For Kant, the "transcendent", as opposed to the "transcendental", is that which lies beyond what our faculty of knowledge can legitimately know. Hegel's counter-argument to Kant was that to know a boundary is also to be aware of what it bounds and as such what lies beyond it – in other words, to have already transcended it.

In phenomenology, the "transcendent" is that which transcends our own consciousness - that which is objective rather than only a phenomenon of consciousness. Noema is employed in phenomenology to refer to the terminus of an intention as given for consciousness.

Jean-Paul Sartre also speaks of transcendence in his works. In Being and Nothingness, Sartre utilizes transcendence to describe the relation of the self to the object oriented world, as well as our concrete relations with others. For Sartre, the for-itself is sometimes called a transcendence. Additionally if the other is viewed strictly as an object, much like any other object, then the other is, for the for-itself, a transcendence-transcended. When the for-itself grasps the other in the others world, and grasps the subjectivity that the other has, it is referred to as transcending-transcendence. Thus, Sartre defines relations with others in terms of transcendence.

Immanence refers to philosophical and metaphysical theories of divine presence in which the divine is seen to be manifested in or encompassing the material world. It is often contrasted with theories of transcendence, in which the divine is seen to be outside the material world. Immanence is usually applied in monotheistic, pantheistic, pandeistic, or panentheistic faiths to suggest that the spiritual world permeates the mundane.

Major faiths commonly devote significant philosophical efforts to explaining the relationship between immanence and transcendence, but these efforts run the gamut from casting immanence as a characteristic of a transcendent God (common in Abrahamic faiths) to subsuming transcendent personal gods in a greater immanent being (Hindu Brahman) to approaching the question of transcendence as something which can only be answered through an appraisal of immanence.

Ancient Greek philosophy
Another meaning of immanence is the quality of being contained within, or remaining within the boundaries of a person, of the world, or of the mind. This meaning is more common within Christian and other monotheist theology, in which the one God is considered to transcend his creation.
Pythagoreanism says that the nous is an intelligent principle of the world acting with a specific intention. This is the divine reason regarded in Neoplatonism as the first emanation of the Divine.  From the nous emerges the world soul, which gives rise to the manifest realm. Pythagoreanism goes on to say the Godhead is the Father, Mother, and Son (Zeus).

In the mind of Zeus, the ideas are distinctly articulated and become the Logos by which he creates the world. These ideas become active in the Mind (nous) of Zeus. With him is the Power and from him is the nous. This theology further explains that Zeus is called Demiurge (Dêmiourgos, Creator), Maker (Poiêtês), and Craftsman (Technitês).  The nous of the demiurge proceeds outward into manifestation becoming living ideas. They give rise to a lineage of mortal human souls. The components of the soul are

 1) the higher soul, seat of the intuitive mind (divine nous);
2) the rational soul (logistikon) (seat of discursive reason / dianoia);
3) the nonrational soul (alogia), responsible for the senses, appetites, and motion.

Zeus thinks the articulated ideas (Logos). The idea of ideas (Eidos - Eidôn), provides a model of the Paradigm of the Universe, which the Demiurge contemplates in his articulation of the ideas and his creation of the world according to the Logos.

Comparto mis apuntes de uno de los distritos de París: Recuerdo de una saga a la que me invito Jorge Royan :


trascendental 
Comment
Percy Acuña Vigil Joint work.



Percy Acuña Vigil Finished joint work, central Paris.








Percy Acuña Vigil That´s a prime.


viernes, 3 de marzo de 2017

Jean Baudrillard: Posmodernidad.

Jean Baudrillard, el filósofo que alertó sobre la 'era Matrix'
Jean Baudrillard, en 2001. (Foto: AFP)


Jean Baudrillard, en 2001. (Foto: AFP)
Actualizado domingo 18/03/2007 06:57 (CET)
ÁNGEL VIVAS

El filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard, feroz crítico de la sociedad de consumo y uno de los teóricos de la posmodernidad, murió el 6 de marzo en París a los 77 años.

Nacido en 1929, en 1968 Jean Baudrillard no era ya estudiante, sino profesor de la Universidad de Nanterre, pero jugó un papel destacado en los hechos de mayo. Hacía sólo dos años que había leído su tesis doctoral, dirigida por Henri Lefebvre, sobre el sistema de los objetos. Precisamente en 1968 publica el libro del mismo título, que da ya una idea de su particular y no siempre fácil pensamiento. Analiza en él la relación del hombre con los objetos en la sociedad de consumo, tratando de circunscribir "un plan de racionalidad del objeto", ya que éste tiene una estructura que le es propia, de la cual resulta una función con una significación independiente de su uso.

El análisis de Baudrillard en esta obra primeriza, según Denis Huisman, que la incluye en su Diccionario de las mil obras clave del pensamiento, adquiere la dimensión de una "tecnología estructural". La sociedad de consumo aparece como una manifestación pletórica de signos, como un sistema cuya incoherencia nace de la frustración que engendra el propio sistema.

Con el paso del tiempo, Baudrillard se convirtió en uno de los pensadores más representativos de la posmodernidad, si bien da la impresión de que no llegó a ganarse una clara respetabilidad académica.

Parece sintomático que algunos diccionarios de Filosofía, como el de Cambridge o el dirigido por Jacobo Muñoz y publicado por Espasa, no le concedan una entrada, así como su escasa presencia en historias de la Filosofía contemporánea que sí se ocupan de colegas y compatriotas suyos como Foucault, Lacan, Deleuze o Derrida. El hecho de que su pensamiento sea difícil de encasillar en corrientes concretas, aunque la etiqueta de posestructuralista sea la más frecuente, ha podido influir en ese sentido.

Por otra parte, a Baudrillard nunca le ha abandonado la sospecha de ser un provocador y, concretamente al sur de los Pirineos, de ser uno de esos nombres inflados por el chovinismo y la maña francesa para la autopromoción.

Una de sus tesis más conocidas es que en el mundo posmoderno no hay realidad, sino simulacro de la realidad, una suerte de realidad virtual creada por los medios de comunicación. En cierto modo, Baudrillard se adelantó a los creadores de Matrix.

Una expresión especialmente resonante de esa idea la lanzó con ocasión de la primera Guerra del Golfo, la que promovió Bush padre en 1991. Primero, predijo que la guerra no ocurriría y cuando las bombas habían caído ya sobre Bagdad mantuvo la misma idea. "La guerra del Golfo no ha existido", dijo con contundencia. En su opinión, la guerra, para la gran mayoría del planeta, había sido un espectáculo televisivo, no había sido real, y EEUU, con sus seguros bombardeos aéreos, había participado en ella como los jugadores de videojuegos.

Otra cara de esta tesis es que la primacía de los símbolos sobre las cosas, característica de la sociedad de masas, no ha hecho más que acentuarse y la representación de la realidad se sobrepone a la realidad misma; lo real ya no es aquello que se puede reproducir, sino lo reproducido. De algún modo, seguimos en Matrix. También en cierto modo puede verse a Baudrillard como un filósofo que ha llevado la sospecha hasta sus últimos límites: no es que haya veladuras sobre la realidad como pensaron Marx, Nietzsche y Freud, es que no hay propiamente realidad.

Naturalmente, fue un pensador que se ocupó de la televisión. En su opinión, la televisión crea una densa red que envuelve al individuo, sustituyendo las formas de interlocución y convirtiéndose en la fuente única para la percepción y la comprensión de aquello que conviene que suceda. El silencio está proscrito de la televisión, tesis -ésta sí- con la que es más fácil coincidir.

En este mundo posmoderno, el terrorismo es, para él, como un exceso de realidad, una sacudida de realidad, artificialmente provocada para lograr la quiebra ideológica de la estrategia virtual y que el mundo entre en crisis. Sin embargo, la sobredosis de realidad que fue el ataque a las Torres Gemelas le pareció en su momento insuficiente para abrir las puertas a la realidad real.

Como muchos sociólogos actuales (Baudrillard aparece como sociólogo en algunos libros) el pensador francés centró su atención en Estados Unidos, arquetipo de la sociedad posmoderna. En 1976 publicó un libro titulado 'El intercambio simbólico y la muerte'. En él, profundizaba en sus ideas características, planteando que sólo la muerte puede irrumpir en este orden de simulacros.

No cabe resucitar antiguos valores, que son simulacros de por sí, ni oponer a éstos nuevos valores, condenados a ser nuevos simulacros. La única estrategia posible no es dialéctica, sino catastrófica; o mejor, parafísica. Porque el sistema es un Todo que no admite alternativas, no cabe oponer Sade a Marat (o, en palabras de Lyotard, una economía libidinal a la economía del sistema). Sólo la propia tautología del sistema es el arma que puede acabar con él.

Para Baudrillard en el mundo que nos ha tocado vivir la realidad ha sido sustituida por una hiperrealidad, en la que la historia no existe ya que nos movemos en un simulacro de realidad, diríamos en una realidad virtual en la que los referentes reales no existen y sólo tenemos la ilusión de su existencia, y en ello el papel de los medios de comunicación es fundamental, por la contribución decisiva que tienen en esa sustitución de una realidad real por otra ilusoria.

Según Baudrillard Estamos en un mundo en el que la representación de la realidad ya ha superado al referente en el que estaba su razón de ser, sin que esa realidad virtual signifique artificialidad o imitación de la realidad, sino que es un simulacro, un nuevo mapa topográfico de ese entorno que nosotros percibimos falsamente como real, mientras el ruido continuo que se genera a nuestro alrededor desde distintos ámbitos (mediáticos, políticos, culturales…) es lo que nos impide darnos cuenta de esa situación para seguir inmersos en una realidad simulada.

Adolfo Vasquez Rocca: Cultura, simulacro, estética de la seducci

https://philosophiebibliographie.wordpress.com/2008/03/08/jean-baudrillard-cultura-simulacro-y-estetica-de-la-seduccion-por-adolfo-vasquez-rocca/

Kellner, Douglas, "Jean Baudrillard", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2015 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = .

. Kellner, Douglas, "Jean Baudrillard", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2015 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = .  .