jueves, 1 de noviembre de 2018

El Odio

El Odio

Wilhelm Wundt

El Odio*

El odio es un sentimiento común entre los seres humanos.  Es caracteristico de los sentimientos el que sea dificil localizarlos y su caracter alegría, tristeza: amor, odio atc. El sentimiento puede ser definido como la acción y el efecto de experimentar sensaciones. 





Una de las ideas más interesantes, entre muchas otras, del filósofo Empédocles es su descubrimiento del odio, y del amor, como motores fundamentales y destacados del mundo, como ese hilo conductor que guían a las personas. Dos principios que manifiestan, por tanto, esa experiencia de los seres humanos, produciendo una inclinación o rechazo con respecto a lo que sentimos, y donde se expresa el origen de lo que, propiamente, se une o desune en la naturaleza.


Empédocles de Agriento


Para Empédocles el Odio es una fuerza cósmica opuesta al Amor o Amistad y que es la causa de la separación, de la desagregación de los elementos (agua, fuego, tierra y aire). El Amor y el Odio ejercen su predominio por ciclos: cuando uno domina el otro se retira, y así se explica el fenómeno del cambio y el movimiento en la naturaleza. 

En el sentido ordinario el odio es aversión, antipatía hacia una cosa o persona cuyo mal se desea.




A Descartes le parece que las pasiones del alma se puede definirlas como percepciones o sentimientos o emociones del alma causadas por agún movimiento de los espíritus.

Para algunos autores tal como Hutcheson, sentimiento significa una vivencia capaz de aprehender los principios del comportamiento moral, su justificación y sus fuentes. Para Rousseau sentimiento es el nombre que abarca toda la vida de las emociones.

Durante la época romántica fue frecuente considerar el sentimiento como idéntico a la intuición de la realidad última.

Hamilton consideraba que solo los actos del pensar y del apetecer son intencionales, pero no los sentimientos, ya que el sentir permanece dentro del sujeto que siente.




Sin embargo, Franz Brentano estimó que el sentimiento es intencional. (Psychologie, II, I)

Los fenómenos psíquicos se dividen por Brentano atendiendo a la forma (Weise) de conciencia, o de relación con el objeto, en tres clases; a saber:
 1.ª, representaciones;
 2.ª, juicios;
3.ª, movimientos de ánimo (amor, interés y odio) en que se comprenden el sentimiento y la voluntad.

El juicio, que aparece aquí como un elemento de la vida mental, consiste en reconocer o desechar una representación o un enlace de representaciones. Por consiguiente, no existen más que dos clases de juicios: los afirmativos y los negativos.

En Brentano encontramos muchos y finos análisis precursores de descubrimientos experimentales y de teorías posteriores. Así acontece, por ejemplo, en el dominio de las sensaciones sonoras con su distinción de claridad (cualidad) y altura.

El influjo de Brentano ha sido muy extenso. A sus numerosos discípulos se les agrupa bajo la denominación de escuela austriaca. Entre ellos están A. Hoffler, S. Witasek y, en parte, C. Stumpf. Asimismo partieron de él Alexius Meinong y Edmund Husserl, que, posteriormente, se dedicaron a la teoría del conocimiento. Meinong ha iniciado la actual investigación psicológica de los valores. Pero el más original e influyente de estos dos autores es Husserl.


https://www.e-torredebabel.com/Psicologia/Contemporanea/Psicologia-Introspectiva-1.htm



Franz Brentano

Este reconocimiento de la vida emocional ha permitido a Scheler establecer una serie de distinciones:
1. Sentimientos sensibles como los placeres, 2. vitales como el bienestar y malestar, 3. psíquicos como la alegría y la tristeza, 4. Espirituales como la beatitud, la desesperación, el remordimiento.


Max Scheler
(Max Scheler, Der Formalismus in der Ethik und die materiale Werethik, 1913-1916)

Bergson ha insistido en que el sentimiento es irreductible a la sensación y que al lado de la emoción que es efecto de la representación hay otra que precede a ella y que es su causa. 


Wilhelm Wundt


Wundt ha tratado también el tema de la naturaleza de los sentimientos y Alejandro Roldan, S.J. propuso una clasificación de ellos .

Leahey, T. H. (2005). La psicolgia de Wundt. En Historia de la Psicología (Sexta ed., págs. 217-218). Madrid: 
 Alejandro Roldan, S.J. Metafísica del sentimiento. Ensayo de Psicología afectiva. Aplicaciones a la ontología y axiología, 1956


odio
 Las personas, sí que sienten odio. Un sentimiento que se define de una manera sencilla : «Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea».

Así que no sólo hay que sentir aversión respecto a algo o alguien, no es suficiente con el disgusto. También, hay que desear su mal. Ya sea el gran mal, su muerte; u otros pequeños males o contratiempos. Claro, la intensidad no siempre es la misma, por eso variará el daño deseado.

Pero lo que siempre, siempre, tiene que estar presente es esa querencia porque el ser odiado sufra, padezca. Tal vez lo queramos así porque él nos hizo sufrir antes; quizás sea sencillamente por envidia; pero, sea como sea, querremos verle caer, querremos ver cómo es humillado o despreciado o… o incluso apaleado.

También es habitual que ocurra que odiemos a una entidad, pero, aun así, desearemos el mal, puede que todo el mal posible, al conjunto.

Las disonancias cognitivas

En psicología, el término disonancia cognitiva (o disonancia cognoscitiva) hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes.

El concepto fue formulado por primera vez en 1957 por el psicólogo estadounidense Leon Festinger, en su obra A Theory of Cognitive Dissonance (edición en español, Teoría de la disonancia cognoscitiva1​).​ La teoría de Festinger plantea que, al producirse esa incongruencia o disonancia de manera muy apreciable, la persona se ve automáticamente motivada para esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí, constituyendo una cierta coherencia interna.

Pero, ¿qué sucede con esa persona o institución odiada cuando nos ayuda? 

La respuesta más probable es que el odio se desvanece. Y esto se debe por aquello que se conoce como disonancias cognitivas. 

Resulta que no estamos preparados para afrontar que el mal absoluto pueda participar del bien. Si colaboramos con nuestro enemigo, dejaremos de pensar que es tan malo. Si comenzamos a trabajar para el, empezaremos a comprender que no era tan malo como pensábamos, y que hay gente decente con la que se puede hablar y convivir.

En realidad, importa poco que esta segunda percepción se acerque más a la realidad que la anterior. E importa poco porque el cambio no radica en un acercamiento de la verdad, sino en la imposibilidad de hacer frente a las disonancias cognitivas. ¿Cómo aceptar que estamos colaborando con el mal? 

Referencias:
Descartes. Les pasions de l'âme, Parte I, art 27


- Francis Hutcheson es considerado por muchos estudiosos de la filosofía moderna como el padre de la Ilustración Escocesa. Su pensamiento influyó sobre el pensamiento de las grandes figuras de ese período —David Hume, Adam Smith y Thomas Reid—, y también en el resto de Europa y en Norte América. Como Shaftesbury y otros filósofos neo-estoicos, consideraba que la filosofía no es un mero ejercicio teórico, sino que tiene principalmente una función práctica.

De acuerdo con esa inspiración, su pensamiento es esencialmente una fundamentación de la vida virtuosa, la cual conduce a una participación en la vida pública basada en disposiciones sociales del hombre, en la fe en un Dios benevolente y en la armonía del universo. Su filosofía encierra también una crítica a la concepción pesimista de la naturaleza humana propia de la concepción de la moralidad y la justicia del siglo XVII, la cual fue influida por la teología y la jurisprudencia protestante.

Teoría Aristotélica

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