sábado, 3 de marzo de 2018

La Exigencia

La Exigencia




La ‘exigencia’ es una palabra que en virtud de su finalidad se convierte en un deber para quien educa.  El exigir se convierte en un derecho -de quien demanda- y una obligación de parte del exigido. Utilizada en el ámbito de la educación, la exigencia contiene matices que le otorgan un significado positivo en razón del por qué y el para qué; es decir, en virtud de su finalidad se convierte en un deber para quien educa.  

La exigencia para mi es el día a día, es el modelo de conducta y es lo que guía mi tarea académica

La exigencia precede a la excelencia.
Solón (638 a. C.–558 a. C.) fue un poeta, reformador político, legislador y estadista ateniense, y se le considera uno de los Siete Sabios de la Antigua Grecia. No dejó escritas sus leyes y pensamientos, pero a través de sus discípulos, Platón entre ellos, podemos encontrar algunas de sus citas más relevantes: “Sin método, orden, voluntad, esfuerzo y sacrificio no son posibles ni el genio ni el triunfo”.

Esta máxima es mi guía y procuro que guíe la vida académica de mis alumnos. Constituye una pauta en mi filosofía de enseñanza.

La exigencia se entrena

Toni Nadal, el deportista, dice: en “Todo se puede entrenar”, explica como desde muy joven quiso creer en la cita de Solón. Decidió adoptarla y seguirla, y a través de ella, impregnar la filosofía de trabajo de Rafa Nadal desde que era niño. Hoy, puede resultar ventajista, utilizar su ejemplo, después de verle ganar su décimo título de Roland Garros. Sin embargo, sirve para mostrar el triunfo de todas esas virtudes que defendió Solón, y que acertadamente Toni Nadal decidió incorporar a su filosofía de vida y a su ética de trabajo.

Exigencia académica, es el conjunto de procedimientos y obligaciones a seguir tanto por educadores como alumnos, establecida por una institución educativa, con el fin de mejorar la calidad de la enseñanza y los resultados académicos.

Revisando el diccionario de la Lengua Española   ‘exigir’ tiene los siguientes significados: “Dicho de una cosa, pedir, por su naturaleza o circunstancia, algún requisito necesario. Sus sinónimos son: requerir, demandar, pedir, percibir, conminar, exhortar, invitar, reivindicar, interpelar. Necesitar, precisar. En inglés, el significado de exigir es to demand (demandar), to requiered (requerir) (Diccionario Internacional Schuster 1998). A su vez, demandar (del latín, demandare, confiar, encomendar) connota: “Pedir, rogar. Preguntar. Hacer cargo de algo y en derecho: Entablar una demanda”.

En un segundo análisis se puede convenir que todas las acciones antes apuntadas se relacionan con el significado del prefijo ‘ex’: “Fuera o más allá con relación al espacio y el tiempo”. Esto es, la exigencia es una respuesta a una proposición planteada desde fuera por alguien o por algo. Incluso cuando se torna en autoexigencia el valor o la meta se alcanzan, se consigue lo que de algún modo trasciende a la persona como modelo o ideal. 

Por tanto, la exigencia no es un fin en sí misma, tampoco es un medio, es una condición para conseguir un propósito.

¿Qué es lo exigible?
En principio, es exigible lo que es debido para uno y para los demás. 

Lo exigible es el desarrollo de las facultades superiores del hombre, que se van perfeccionando en la acción continua.  (…) Poseer hábitos perfectivos es la mejor manera de aprovechar el tiempo, es crecer” ([1]).

La tendencia a la perfección, la temporalidad y las carencias del hombre constituyen los predicamentos propios de la exigencia. ([4]).

Con la exigencia se procura acortar la distancia -nunca definitivamente- entre el ser y el obrar, removiendo desde fuera los principales obstáculos antropológicos que, según José María Barrio, son “la ignorancia y la falta de carácter” ([5]). La primera se remueve optimizando las habilidades y capacidades mediante un serio trabajo intelectual orientado a la búsqueda de la verdad. Y la falta de carácter se remueve promoviendo decisiones que se dirijan y se mantengan en el bien, siendo leales a los compromisos asumidos y fieles a los principios éticos y morales. El esfuerzo, la constancia, la fortaleza y el optimismo son algunos hábitos básicos a lograr para hacerse con la verdad y con el bien.

“En cierta manera cada uno somos lo que sean nuestros actos, y, por tanto, nuestros hábitos. Es así como la acción humana no sólo ‘sale’ hacia fuera sino que ‘regresa’ al propio sujeto cuyas facultades quedan mejor o peor dispuestas para la siguiente acción”. 

La ejemplaridad y el diálogo contribuyen mostrando rutas y alternativas para que la persona se autodetermine hacia su bien, pero sobre la base de la capacidad de pensar y obrar con criterios rectos y razonables, que son el objetivo fundamental de la exigencia. 

[1] Castillo Genera, “Filosofía”, Ed. Hemisferio, Perú, 2006, pág. 29.
[2] Sheed, F.,  “Sociedad y Sensatez”, Ed. Herder, España, 2da Ed. 1976. pág. 69.
[3] Sheed. F.,  ob. cit.  pág. 52.
[4] Cámere, Edistio, “Un dilema educativo: el método o la persona”, Signo Educativo, N°144, 2006.
[5] Barrio, José María, “Elementos de Antropología Pedagógica”, Rialp, España, 2ª ED. 2000, pág. 184.

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