Jacques Derrida |
Jacques Derrida
Lo más novedoso de su pensamiento es la denominada deconstrucción. La deconstrucción, es un tipo de pensamiento que critica, analiza y revisa fuertemente las palabras y sus conceptos. El discurso deconstructivista pone en evidencia la incapacidad de la filosofía de establecer un piso estable, sin dejar de reivindicar su poder analítico. Cabe mencionar que la mayoría de los estudios de Derrida exponían una fuerte dosis de rebeldía y de crítica al sistema social imperante.
Como explicó el mismo Derrida en su "Carta a un amigo japonés", la voz "déconstruction" intentaba traducir y reapropiar para sus propios fines los términos heideggerianos Destruktion y Abbau, que abordaban problemas de la estructura y la arquitectura de la metafísica occidental; pero la palabra francesa, clásica, tiene variados usos, más consistentes con sus intenciones: en su caso sería un gesto "a favor" y "en contra" del estructuralismo, esto entra en su problemática y en sus excesos.19 La deconstrucción se relaciona con trayectorias vastas de la tradición filosófica occidental, aunque también está ligada a disciplinas académicas diversas como la lingüística y la antropología (llamadas "ciencias humanas" en Francia), con las que polemiza cuando percibe que no participan suficientemente de las "exigencias filosóficas".20 El examen conceptual e histórico de los fundamentos filosóficos de la antropología, así como su uso constante de nociones filosóficas (conscientemente o no), fue un aspecto importante de su pensamiento. Entre sus influencias más notables se encuentran Friedrich Hegel, Friedrich Nietzsche, Edmund Husserl, Sigmund Freud y Martin Heidegger.
Derrida tuvo un impacto significativo en la filosofía continental europea y en la teoría literaria, en particular mediante su vínculo amistoso y literario con el crítico Paul de Man, que se traduciría en un libro suyo a la muerte de este.21 Sin embargo, no hay acuerdo sobre hasta qué punto existe consonancia entre la teoría de Derrida y la deconstrucción que se ha desarrollado en la crítica literaria. Derrida hizo una continua referencia a la filosofía analítica en su trabajo, en particular a John Austin, con cierta distancia crítica.
Su trabajo es frecuentemente asociado con el postestructuralismo y el posmodernismo, pero su asociación con el segundo es incierta. Lyotard es un puente más cercano entre la deconstrucción y el posmodernismo, al desarrollar sentidos filosóficos del posmodernismo, que Derrida utilizó en largos diálogos que no admiten una relación clara entre el trabajo de los dos. Figuras consideradas dentro del mismo campo de la deconstrucción se han definido de tendencias modernistas más que posmodernos.
Derrida es un filósofo que suscita adhesiones inquebrantables y detracciones no menos vigorosas. Pero es que, interesado a la vez por la filosofía y la literatura, no renunció "ni a la una ni a la otra", y de hecho pensó "mediante la misma escritura y no solo en el seno de una reflexión histórica o teórica",22 lo que complicaba el resultado de sus reflexiones. De hecho, como subrayó antes de su muerte, a él le había interesado mucho "dejar huellas en la historia de la lengua francesa".23
Sus primeros trabajos de tono internacional —De la gramatología, La escritura y la diferencia y La voz y el fenómeno (los tres de 1967)— fueron vivamente criticados, pero también muy admirados, y para algunos son sus mejores ensayos, por los cuales empezó a enseñar en Alemania y los EE.UU.24
Por sus referencias a John Austin y su teoría de los actos de lenguaje, Derrida fue acusado, sobre todo por John Searle, de obstinarse en enunciar contra-verdades evidentes.25 En 1992, veinte filósofos firmaron contra él, reprochándole «su inadecuación a los estándares de claridad y de rigor», pero no impidieron que se le concediera el honoris causa por la Universidad de Cambridge (1992), tras una votación que logró 336 votos (frente a 204).26 En paralelo con la filosofía analítica, Derrida fue objeto de críticas por parte de Chomsky. Pero encontró la mayor audiencia en los Estados Unidos, que frecuentó asiduamente, sobre todo en los departamentos de ciencias políticas, literatura y estudios culturales. Su legado de buena parte de sus manuscritos en la Biblioteca de Irvine, pese a sus conflictos éticos finales, es una muestra del afecto por su población.27
Maurizio Ferraris ha sintetizado así su figura como pensador: "la oscilación entre idealismo (y trascendentalismo) por una parte, y realismo, por la otra, constituye un rasgo característico de toda la filosofía husserliana, de la cual Derrida se presenta, pues, como heredero altamente innovador; y ello explica por qué, después de las resistencias iniciales, su filosofía fue ocupando paulatinamente un espacio tan central en la filosofía contemporánea".28
Tras su muerte, la publicación de su obra continúa. En 2008 ha empezado por el final la vasta publicación en Galilée de sus Seminarios, que recorrerán los años en la Sorbona (1960-1964), en la Escuela Normal Superior (1964-1984), y finalmente en la EHESS (1984-2003). En 2010 apareció una primera e importante biografía de Benoît Peeters, Derrida, que ha sido traducida ya al español y al alemán.
Jacques Derrida (1930-2004) fue el fundador de la "deconstrucción", una forma de criticar no sólo a ambos textos literarios y filosóficos, sino también las instituciones políticas. Aunque Derrida en ocasiones expresó su pesar sobre el destino de la palabra "deconstrucción", su popularidad indica la amplia influencia de su pensamiento, en la filosofía, la crítica literaria y la teoría, en el arte y, en particular, la teoría de la arquitectura y en la teoría política.
De hecho, la fama de Derrida casi alcanzó el estatus de estrella mediática, con cientos de personas llenando auditorios oírle hablar, con las películas y programas de televisión dedicados a él, con un sinnúmero de libros y artículos dedicados a su pensamiento. Al lado de la crítica, la deconstrucción de Derrida consiste en un intento de volver a concebir la diferencia que separa la auto-reflexión (o autoconciencia). Pero aún más que la reconcepción de la diferencia, y quizás más importante, la deconstrucción se dirije hacia la prevención de la peor violencia. Se trata de hacer justicia. En efecto, la deconstrucción es implacable en este ejercicio ya que la justicia es imposible de lograr.
Comparto este escrito por considerar que sintetiza con eficiencia la obra de Derrida.
Breve introducción a Jacques Derrida y la deconstrucción
Por: Everardo Reyes García, Julio 2005.
Ref: http://hipercomunicacion.com/pubs/derrida-decons.html
Introducción
Para algunos biógrafos e investigadores, Jacques Derrida fue tal vez el filósofo más famoso del mundo. Sus trabajos se volvieron conocidos en el mundo a partir de 1967 cuando publica tres libros de gran calidad y de gran influencia incluso todavía en nuestros días, además de una célebre conferencia en el John Hopkins de Estados Unidos al lado de Jacques Lacan.
Quién es Jacques Derrida?
Jacques Derrida, filósofo francés nacido en Algeria, en 1930, hijo de una familia judía. Estudió filosofía en la Escuela Normal Superior de Paris de 1952 a 1957, una de las instituciones más prestigiosas y en donde Sartre y muchos más de los grandes filósofos franceses modernos comenzaron su carrera.
Sus inicios como profesor universitario de filosofía tienen orígenes en La Sorbonne de 1960, en donde enseñará durante 4 años antes formar parte de la Escuela Normal Superior en donde se quedará como catedrático 20 años. Al mismo tiempo, en 1983 funda el Colegio Internacional de Filosofía en París y es elegido como primer director, puesto que ocupará por dos años mientras que en 1984 es nombrado director de estudios de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales.
Derrida fue un personaje polémico principalmente reconocido en Estados Unidos pero no así en Francia, sobretodo por sus radicales puntos de vista. 1967 fue un año decisivo en su carrera, cuando publica tres de sus obras mayores: De la Grammatologie, L'ecriture et la différence, y La Voix et le phénomene.
Sin embargo, su trabajo como autor está caracterizado tanto por la complejidad de su lectura como por su fecundidad, pues escribió alrededor de 80 obras entre ellas La diseminación, La Carta Postal, Espectros de Marx o Glas. En sus textos, Derrida aborda de forma lúcida temas que van desde la ética hasta la religión, pasando por la política, el lenguaje y el psicoanálisis.
La deconstrucción
Es imposible explicar lo que es la deconstrucción en términos simples. Por un lado, no se trata de un método que se pueda aplicar mediante una serie de pasos a seguir, más bien se puede observar como una postura. Por otro lado, la deconstrucción no es sinónimo de destrucción.
Cuando se habla de deconstruir un texto, por ejemplo, nos referimos a interrogar los supuestos que lo conforman para dar una nueva perspectiva. Lo que propone Derrida en sus libros es una lectura minuciosa a textos literarios o filosóficos para llevarlos al extremo de darles una significación diferente de lo que parecían estar diciéndonos.
Para algunos historiadores, el pensamiento de Derrida podría estar inscrito dentro de una corriente negativa, si tomamos en cuenta que la mayoría de los paradigmas progresistas actuales buscan las construcción y huyen de todo lo que pueda ofrecer un panorama diferente.
Por el contrario, Derrida señala que históricamente nuestra sociedad occidental está organizada en pares opuestos, como espíritu y cuerpo, sentido y signo, lo dentro y lo fuera, lo cual es un legado de la metafísica que desde Platón se sustenta entre lo sensible y lo inteligible. Y es aquí en donde Derrida propone hacer una deconstrucción de estas oposiciones, que parecen naturales a toda reflexión filosófica.
Derrida califica este sistema como logocéntrico. El logos es el origen y fundamento de toda verdad, en otros términos, es el pensamiento que se presenta como la conciencia de uno mismo.
El problema del logocentrismo es su repercusión dentro de un etnocentrismo europeo y occidental, lo cual provoca que el logos se manifieste como extensión mundial de la racionalidad técnica y científica. El logocentrismo nos prohibiría pensar nuestra historia y evolución desde otro punto de vista que no sea el nuestro: la lengua del otro, la cultura del otro, y en general todas la formas de alteración.
El origen de la noción de deconstrucción viene del alemán Destruktion, un término que Martín Heidegger utiliza en su célebre libro Sein und Zeit (que en alemán significa Ser y Tiempo) y que fue publicado en 1927. Heidegger fue una de las primeras influencias en Derrida, que lo leía desde sus 19 años, al igual que a Saussure, Nietzeche y Freud.
Deconstrucción y metafísica
El motivo central de deconstruir la metafísica es abrir un nuevo acercamiento a la pregunta más radical que se pueda hacer sobre el pensamiento humano, y esto es: el cuestionamiento del sentido del SER.
Para Derrida, la pragmática humana, incluyendo la científica, presupone siempre un cierto pre-entendimiento de lo que significa el SER y este pre-entendimiento regula nuestros comportamientos de forma inconsciente, sin darnos cuenta. En otras palabras, nosotros no tenemos una influencia directa en el ser, más bien en lo que la tradición metafísica nos ha legado como interpretación del sentido del SER.
A la pregunta igualmente radical sobre ¿qué es el hombre?, Derrida nos explica que en realidad no sabemos qué es el hombre, nos dice que no tenemos una relación inmediata y natural con él. Lo único que sabemos viene de una tradición sustentada en sus textos y si aplicamos una deconstrucción a esos textos podremos presentar nuevas posibilidades de interpretación en esas capas textuales.
Lo que Derrida pretende al deconstruir estos temas es detener nuestra pre-comprensión o pre-entendimiento de lo que significa la humanidad para ir más allá del pensamiento occidental, que está caracterizado por un imperialismo y un etnocentrismo histórico.
Y entonces, ¿cuál es la relación entre humanismo y metafísica? Para Derrida, la metafísica es una comprensión del sentido del SER como presencia permanente y disponible para la manipulación. Nos encontramos encerrados en un punto en donde entendemos al SER como permanencia. Nosotros somos presentes a nosotros mismos por la inmediatez de la voz interior.
Para Derrida esto se trata de un prejuicio metafísico y en realidad nosotros no podemos acceder inmediatamente a nosotros mismos ni a lo que queremos decir. De hecho, toda intención debe pasar por un proceso de significación que implica al menos dos condiciones: un desarrollo en el tiempo, lo cual atestigua que no hay inmediatez para acceder al sentido, más bien que esto se hace poco a poco, y un recorrido en el sistema de huellas o rastros, en aquello que ya existe, que son los elementos materiales que se distinguen entre sí para crear un sistema de signos.
De esta manera, un lenguaje está formado por fonemas, por unidades fonéticas que no tienen sentido ellas solas, pero que lo producen mediante su combinación.
Arqui-escritura y différance
Tanto en su libro De la Grammatologie como en varios más, Derrida señala que la significación siempre hace referencia a otros signos y que en realidad uno nunca puede llegar a un signo que se refiera a él mismo.
La escritura es considerada tradicionalmente como un suplemento artificial de la palabra y por lo tanto como un significante de un significante. Al proceso de espaciamiento en el tiempo y en el sistema de rastros, Derrida lo llama arqui-escritura.
Al hacer referencia a diferentes significantes entramos en una espiral que no acaba de hacerse referencias. El hecho de tomar conciencia de lo que pensamos implica una duración que nos afecta y nos transforma. Al momento de terminar un enunciado, no somos los mismos que cuando lo empezamos. Lo que decimos sobrepasa siempre lo que creíamos querer decir y nos revela que finalmente no sabíamos de antemano lo que se dice a pesar de nosotros.
La arqui-escritura es una noción generalizada de la escritura que se refiere a la forma en la que aquello que es escrito sólo es posible si se considera que existe un desfase de significados. Este desfase, en conjunto con la posibilidad de ir más allá de lo que está escrito nos lleva a lo que algunos han clasificado como el más famoso de los neologismos: la différance.
La différance implica el desfase, el retraso, la desviación de la mediación temporal que existe en la arqui-escritura, en términos de lo hablado y lo escrito. Lo que distingue a la différance de la différence es lo inaudible, es decir lo escrito.
Aunque el término de différance no puede ser descrito exhaustivamente, y esto es porque el mismo Derrida nos dice que no se trata ni de una palabra, ni de un concepto, además de que su significado cambia dependiendo del contexto en el que está siendo usado. Por el momento, es suficiente mencionar que la différance está implícita en la arqui-escritura y en esta noción generalizada de la escritura que rompe con la lógica del signo.
La convicción de que el signo representa algo, aún cuando ese algo no esté presente pero que lo pueda ser potencialmente, es cuestionado como imposible por la arqui-escritura, la cuál insiste que el signo siempre refiere a más signos, y estos a otros, hasta el punto de no poder llegar al referente definitivo.
Para Derrida, la escritura, o los procesos que la caracterizan, como la différance y la arqui-escritura, son ubicuos. Tal como un fragmento de algo escrito no puede explicar el significado de cada palabra, lo mismo sucede con la palabra. Si usamos la misma estructura de repetición, nada nos garantiza que otra persona podrá dotar a las palabras que nosotros usamos con el mismo significado que nosotros le atribuimos.
Podemos concluir que la deconstrucción de Jacques Derrida no es un proyecto filosófico establecido sobre las bases de una metodología explícita. Se trata de un proceso inherente a la historia de la racionalidad occidental vista desde una dimensión crítica y que consiste a desraizar la tradición que la conforma.
La deconstrucción es en palabras de Derrida: "uno de los nombres posibles para designar, por metonimia, lo que sucede o lo que no llega a suceder, como lo puede ser una cierta dislocación que se repite regularmente" (Derrida, 1972). Esta dislocación consiste en cuestionar participando en la transformación. Para Derrida, se trata de un intento de ver desde el otro lado del borde lo que somos.
Referencias:
Camus, Sébastien (2005). La passion de l'excès. in Sciences Humaines, Hors-Série spécial no. 3, Mayo-Junio.
Derrida, Jacques (1967). De la Grammatologie. Paris: Minuit.
Halpern, Catherine (2005). Jacques Derrida. Le subversif. in Sciences Humaines, Hors-Série spécial no. 3, Mayo-Junio.
Reynolds, Jack (2002). Jacques Derrida. in The Internet Encylopedia of Philosophy Consultado: Julio 10 2005. En línea: http://www.iep.utm.edu/d/derrida.htm
Watson, Peter (2002). The Modern Mind. An intellectual history of the 20th Century. New York: Perennial. (Orig. 2001, Weidenfeld & Nicolson, Inglaterra).
Dick, Kirby & Amy Ziering Kofman (2002). Derrida. Film documental. EUA: Farbe, 85 Min.
Referencia a la Enciclopedia Stanford de FilosofíaComparto este escrito por considerar que sintetiza con eficiencia la obra de Derrida.
Breve introducción a Jacques Derrida y la deconstrucción
Por: Everardo Reyes García, Julio 2005.
Ref: http://hipercomunicacion.com/pubs/derrida-decons.html
Introducción
Para algunos biógrafos e investigadores, Jacques Derrida fue tal vez el filósofo más famoso del mundo. Sus trabajos se volvieron conocidos en el mundo a partir de 1967 cuando publica tres libros de gran calidad y de gran influencia incluso todavía en nuestros días, además de una célebre conferencia en el John Hopkins de Estados Unidos al lado de Jacques Lacan.
Quién es Jacques Derrida?
Jacques Derrida, filósofo francés nacido en Algeria, en 1930, hijo de una familia judía. Estudió filosofía en la Escuela Normal Superior de Paris de 1952 a 1957, una de las instituciones más prestigiosas y en donde Sartre y muchos más de los grandes filósofos franceses modernos comenzaron su carrera.
Sus inicios como profesor universitario de filosofía tienen orígenes en La Sorbonne de 1960, en donde enseñará durante 4 años antes formar parte de la Escuela Normal Superior en donde se quedará como catedrático 20 años. Al mismo tiempo, en 1983 funda el Colegio Internacional de Filosofía en París y es elegido como primer director, puesto que ocupará por dos años mientras que en 1984 es nombrado director de estudios de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales.
Derrida fue un personaje polémico principalmente reconocido en Estados Unidos pero no así en Francia, sobretodo por sus radicales puntos de vista. 1967 fue un año decisivo en su carrera, cuando publica tres de sus obras mayores: De la Grammatologie, L'ecriture et la différence, y La Voix et le phénomene.
Sin embargo, su trabajo como autor está caracterizado tanto por la complejidad de su lectura como por su fecundidad, pues escribió alrededor de 80 obras entre ellas La diseminación, La Carta Postal, Espectros de Marx o Glas. En sus textos, Derrida aborda de forma lúcida temas que van desde la ética hasta la religión, pasando por la política, el lenguaje y el psicoanálisis.
La deconstrucción
Es imposible explicar lo que es la deconstrucción en términos simples. Por un lado, no se trata de un método que se pueda aplicar mediante una serie de pasos a seguir, más bien se puede observar como una postura. Por otro lado, la deconstrucción no es sinónimo de destrucción.
Cuando se habla de deconstruir un texto, por ejemplo, nos referimos a interrogar los supuestos que lo conforman para dar una nueva perspectiva. Lo que propone Derrida en sus libros es una lectura minuciosa a textos literarios o filosóficos para llevarlos al extremo de darles una significación diferente de lo que parecían estar diciéndonos.
Para algunos historiadores, el pensamiento de Derrida podría estar inscrito dentro de una corriente negativa, si tomamos en cuenta que la mayoría de los paradigmas progresistas actuales buscan las construcción y huyen de todo lo que pueda ofrecer un panorama diferente.
Por el contrario, Derrida señala que históricamente nuestra sociedad occidental está organizada en pares opuestos, como espíritu y cuerpo, sentido y signo, lo dentro y lo fuera, lo cual es un legado de la metafísica que desde Platón se sustenta entre lo sensible y lo inteligible. Y es aquí en donde Derrida propone hacer una deconstrucción de estas oposiciones, que parecen naturales a toda reflexión filosófica.
Derrida califica este sistema como logocéntrico. El logos es el origen y fundamento de toda verdad, en otros términos, es el pensamiento que se presenta como la conciencia de uno mismo.
El problema del logocentrismo es su repercusión dentro de un etnocentrismo europeo y occidental, lo cual provoca que el logos se manifieste como extensión mundial de la racionalidad técnica y científica. El logocentrismo nos prohibiría pensar nuestra historia y evolución desde otro punto de vista que no sea el nuestro: la lengua del otro, la cultura del otro, y en general todas la formas de alteración.
El origen de la noción de deconstrucción viene del alemán Destruktion, un término que Martín Heidegger utiliza en su célebre libro Sein und Zeit (que en alemán significa Ser y Tiempo) y que fue publicado en 1927. Heidegger fue una de las primeras influencias en Derrida, que lo leía desde sus 19 años, al igual que a Saussure, Nietzeche y Freud.
Deconstrucción y metafísica
El motivo central de deconstruir la metafísica es abrir un nuevo acercamiento a la pregunta más radical que se pueda hacer sobre el pensamiento humano, y esto es: el cuestionamiento del sentido del SER.
Para Derrida, la pragmática humana, incluyendo la científica, presupone siempre un cierto pre-entendimiento de lo que significa el SER y este pre-entendimiento regula nuestros comportamientos de forma inconsciente, sin darnos cuenta. En otras palabras, nosotros no tenemos una influencia directa en el ser, más bien en lo que la tradición metafísica nos ha legado como interpretación del sentido del SER.
A la pregunta igualmente radical sobre ¿qué es el hombre?, Derrida nos explica que en realidad no sabemos qué es el hombre, nos dice que no tenemos una relación inmediata y natural con él. Lo único que sabemos viene de una tradición sustentada en sus textos y si aplicamos una deconstrucción a esos textos podremos presentar nuevas posibilidades de interpretación en esas capas textuales.
Lo que Derrida pretende al deconstruir estos temas es detener nuestra pre-comprensión o pre-entendimiento de lo que significa la humanidad para ir más allá del pensamiento occidental, que está caracterizado por un imperialismo y un etnocentrismo histórico.
Y entonces, ¿cuál es la relación entre humanismo y metafísica? Para Derrida, la metafísica es una comprensión del sentido del SER como presencia permanente y disponible para la manipulación. Nos encontramos encerrados en un punto en donde entendemos al SER como permanencia. Nosotros somos presentes a nosotros mismos por la inmediatez de la voz interior.
Para Derrida esto se trata de un prejuicio metafísico y en realidad nosotros no podemos acceder inmediatamente a nosotros mismos ni a lo que queremos decir. De hecho, toda intención debe pasar por un proceso de significación que implica al menos dos condiciones: un desarrollo en el tiempo, lo cual atestigua que no hay inmediatez para acceder al sentido, más bien que esto se hace poco a poco, y un recorrido en el sistema de huellas o rastros, en aquello que ya existe, que son los elementos materiales que se distinguen entre sí para crear un sistema de signos.
De esta manera, un lenguaje está formado por fonemas, por unidades fonéticas que no tienen sentido ellas solas, pero que lo producen mediante su combinación.
Arqui-escritura y différance
Tanto en su libro De la Grammatologie como en varios más, Derrida señala que la significación siempre hace referencia a otros signos y que en realidad uno nunca puede llegar a un signo que se refiera a él mismo.
La escritura es considerada tradicionalmente como un suplemento artificial de la palabra y por lo tanto como un significante de un significante. Al proceso de espaciamiento en el tiempo y en el sistema de rastros, Derrida lo llama arqui-escritura.
Al hacer referencia a diferentes significantes entramos en una espiral que no acaba de hacerse referencias. El hecho de tomar conciencia de lo que pensamos implica una duración que nos afecta y nos transforma. Al momento de terminar un enunciado, no somos los mismos que cuando lo empezamos. Lo que decimos sobrepasa siempre lo que creíamos querer decir y nos revela que finalmente no sabíamos de antemano lo que se dice a pesar de nosotros.
La arqui-escritura es una noción generalizada de la escritura que se refiere a la forma en la que aquello que es escrito sólo es posible si se considera que existe un desfase de significados. Este desfase, en conjunto con la posibilidad de ir más allá de lo que está escrito nos lleva a lo que algunos han clasificado como el más famoso de los neologismos: la différance.
La différance implica el desfase, el retraso, la desviación de la mediación temporal que existe en la arqui-escritura, en términos de lo hablado y lo escrito. Lo que distingue a la différance de la différence es lo inaudible, es decir lo escrito.
Aunque el término de différance no puede ser descrito exhaustivamente, y esto es porque el mismo Derrida nos dice que no se trata ni de una palabra, ni de un concepto, además de que su significado cambia dependiendo del contexto en el que está siendo usado. Por el momento, es suficiente mencionar que la différance está implícita en la arqui-escritura y en esta noción generalizada de la escritura que rompe con la lógica del signo.
La convicción de que el signo representa algo, aún cuando ese algo no esté presente pero que lo pueda ser potencialmente, es cuestionado como imposible por la arqui-escritura, la cuál insiste que el signo siempre refiere a más signos, y estos a otros, hasta el punto de no poder llegar al referente definitivo.
Para Derrida, la escritura, o los procesos que la caracterizan, como la différance y la arqui-escritura, son ubicuos. Tal como un fragmento de algo escrito no puede explicar el significado de cada palabra, lo mismo sucede con la palabra. Si usamos la misma estructura de repetición, nada nos garantiza que otra persona podrá dotar a las palabras que nosotros usamos con el mismo significado que nosotros le atribuimos.
Podemos concluir que la deconstrucción de Jacques Derrida no es un proyecto filosófico establecido sobre las bases de una metodología explícita. Se trata de un proceso inherente a la historia de la racionalidad occidental vista desde una dimensión crítica y que consiste a desraizar la tradición que la conforma.
La deconstrucción es en palabras de Derrida: "uno de los nombres posibles para designar, por metonimia, lo que sucede o lo que no llega a suceder, como lo puede ser una cierta dislocación que se repite regularmente" (Derrida, 1972). Esta dislocación consiste en cuestionar participando en la transformación. Para Derrida, se trata de un intento de ver desde el otro lado del borde lo que somos.
Referencias:
Camus, Sébastien (2005). La passion de l'excès. in Sciences Humaines, Hors-Série spécial no. 3, Mayo-Junio.
Derrida, Jacques (1967). De la Grammatologie. Paris: Minuit.
Halpern, Catherine (2005). Jacques Derrida. Le subversif. in Sciences Humaines, Hors-Série spécial no. 3, Mayo-Junio.
Reynolds, Jack (2002). Jacques Derrida. in The Internet Encylopedia of Philosophy Consultado: Julio 10 2005. En línea: http://www.iep.utm.edu/d/derrida.htm
Watson, Peter (2002). The Modern Mind. An intellectual history of the 20th Century. New York: Perennial. (Orig. 2001, Weidenfeld & Nicolson, Inglaterra).
Dick, Kirby & Amy Ziering Kofman (2002). Derrida. Film documental. EUA: Farbe, 85 Min.
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