Breve referencia a la epistemología.
Es la rama
de la filosofía que trata de los problemas filosóficos que rodean la teoría del
conocimiento. La epistemología se ocupa de la definición del saber y de los
conceptos relacionados, de las fuentes, los criterios, los tipos de
conocimiento posible y el grado con el que cada uno resulta cierto; así como la
relación exacta entre el que conoce y el objeto conocido.
El
término epistemología proviene de la palabra griega ἐπιστήμη, que quiere decir
conocimiento. La epistemología es la rama de la filosofía que estudia la teoría del
conocimiento, utilizando tanto al objeto y el sujeto que accederán al
conocimiento, como a los límites del
saber mismo.
La
función de la epistemología es esclarecer cuales son las circunstancias en que
se puede conocer y cuáles son sus límites, determina el alcance y la validez
del conocimiento. Para ello utiliza como medio para determinar la validez o
invalidez del conocimiento las
argumentaciones. Las mismas pueden ser demostrativas, intuitivas, utilizando
recursos de autoridad, entre otras.
Esta
rama de la filosofía haya sus orígenes en la Antigua Grecia. En esta época los
conocimientos podían ser clasificados según la manera en la que habían sido
alcanzados en doxa o episteme. Los primeros hacen referencia a los
conocimientos que no han sido sometidos a reflexiones, sino que son adquiridos
de manera ordinaria. Los conocimientos epistémicos por lo contrario eran
alcanzados por medio de la reflexión rigurosa.
Sin
embargo, el concepto de epistemología tal como lo conocemos fue comenzado a
tratar durante el Renacimiento. Algunos de los autores más destacados en este
ámbito fueron Descartes, Galileo Galilei, Kant, Newton, entre otros. Este
resurgimiento de la epistemología se debió a la aparición del conocimiento
científico y la necesidad de validar dichos saberes. Para ello analiza los
métodos, procedimientos y fundamentos que son utilizados en el ámbito de las
ciencias.
Existen
diversas escuelas o corrientes que tratan el tema del conocimiento. Algunas de
ellas son el Criticismo, que afirma que se puede alcanzar el conocimiento, pero
para ello se requiere análisis exhaustivos.
El dogmatismo en cambio afirma que el conocimiento puede ser adquirido
ya que es la realidad misma. Otra postura, totalmente antagónica es el
escepticismo. Esta corriente niega la posibilidad de conocer la verdad debido a
factores externos al sujeto de conocimiento que no le permiten acceder a la
realidad.
Otras
corrientes centran su atención en el modo de acceder al conocimiento. Por
ejemplo, el empirismo afirma que la única manera de acceder al conocimiento es
mediante la experiencia. El racionalismo, por otro lado expone que el único
medio de alcanzar el verdadero conocimiento es mediante el uso de la razón y la
lógica.
INTRODUCCIÓN.
Uno de
los grandes temas de la filosofía de todos los tiempos es el elucidar en que
consiste el acto de conocer, cual es la esencia del conocimiento, cual es la
relación cognoscitiva entre el hombre y las cosas que lo rodean.
A pesar
de que es una operación cotidiana no hay un acuerdo acerca de lo que sucede
cuando conocemos algo. La definición más sencilla nos dice que conocer consiste
en obtener una información acerca de un objeto. Conocer es conseguir un dato o
una noticia sobre algo. El conocimiento es esa noticia o información acerca de
ése objeto.
La
teoría del conocimiento es una doctrina filosófica. Para precisar su ubicación
en el todo que es la filosofía, es necesario que antes aparezca una definición
esencial de esta.
Una
definición esencial de la filosofía se podría obtener atendiendo el significado
de la palabra. El termino filosofía deriva del griego y quiere decir amor a la
sabiduría o , lo que es lo mismo, deseo de saber, de conocer. Inmediatamente se
nota que no se puede de obtener de la filosofía una definición esencial, y, por
lo tanto, obligatoriamente se debe de emplear otro método.
Por
ejemplo la definición de filosofía que presentan Platón y Aristóteles como
ciencia pura, es respectivamente la búsqueda de la virtud o de la felicidad.
Como
dice Dilthey: “Lo primero que debemos intentar es descubrir un objetivo común
contenido en todos aquellos sistemas a cuya vista se constituyen todos aquellos
sistemas de la filosofía".
Estos
sistemas son los de Platón y Aristóteles, Descartes y Leibniz, Kant y Hegel ya
que en todos ellos hallaremos una inclinación en la universalidad, una
orientación en la totalidad objetiva por ejemplo: el ser, la esencia, el
conocimiento.
En los
principios de la edad moderna retomamos los caminos del concepto Aristotélico
(tiene como centro una ciencia universal del ser). Los sistemas de Descartes,
Spinoza y Leibniz, presentan la misma orientación que caracteriza al
Estagirita, ya que todos tienden al conocimiento del mundo objetivo. Kant por
el contrario revive el estilo Platónico (procura elevar la vida, con todos sus
conceptos a la conciencia filosófica).
Es
verdad que Kant en su primera manifestación surge como una teoría del
conocimiento o como base crítica del estudio científico. Pero no se detiene en
el ámbito teórico sino que avanza a formular la base crítica de todos los
campos conocibles. Al lado de la Crítica de la razón pura, se encuentra la
Crítica de la razón práctica, que aborda el tema de la valorización moral, y la
Crítica del juicio, cuyo objetivo son las investigaciones críticas de los
valores estéticos. Así pues, en Kant aparece la filosofía como una reflexión
universal del pensamiento sobre sí mismo, como una reflexión del hombre estudioso
sobre los valores de su conducta.
La
supresión de todos los principios materiales y objetivos, los cuales existen
indudablemente en Kant, de manera que la filosofía asume un carácter puramente
formal y metodológico. Ésta postura intelectual provoca una reacción que forja
un nuevo movimiento en el pensamiento filosófico, el cual vuelve a inclinarse a
lo material y objetivo, constituyendo una renovación del carácter aristotélico.
Éste
breve repaso de toda la evolución histórica del pensamiento filosófico, nos
permite determinar otros dos elementos del concepto esencial de la filosofía.
Al primero se conoce con la expresión "concepción del yo"; al segundo
se le llama "concepción del universo". La filosofía es ambas cosas:
una concepción del yo y una concepción del universo.
En todo
conocimiento podemos distinguir cuatro elementos:
El sujeto que conoce.
El objeto conocido.
La operación misma de conocer.
El resultado obtenido que es la información
recabada acerca del objeto.
Dicho
de otra manera: el sujeto se pone en contacto con el objeto y obtiene una
información acerca del mismo. Cuando existe congruencia o adecuación entre el
objeto y la representación interna correspondiente, decimos que estamos en
posesión de una verdad.
PROBLEMAS FILOSÓFICOS GRIEGOS Y
MEDIEVALES.
En el
siglo V a.C., los sofistas griegos cuestionaron la posibilidad de que hubiera
un conocimiento fiable y objetivo. Por ello, uno de los principales sofistas,
Gorgias, afirmó que nada puede existir en realidad, que si algo existe no se
puede conocer, y que si su conocimiento fuera posible, no se podría comunicar.
Otro sofista importante, Protágoras, mantuvo que ninguna opinión de una persona
es más correcta que la de otra, porque cada individuo es el único juez de su
propia experiencia.
Platón,
siguiendo a su ilustre maestro Sócrates, intentó contestar a los sofistas dando
por sentado la existencia de un mundo de formas o ideas, invariables e
invisibles, sobre las que es posible adquirir un conocimiento exacto y certero.
Mantenía que las cosas que uno ve y palpa son copias imperfectas de las formas
puras estudiadas en matemáticas y filosofía. Por consiguiente, sólo el
razonamiento abstracto de esas disciplinas proporciona un conocimiento
verdadero, mientras que la percepción facilita opiniones vagas e
inconsistentes. Concluyó que la contemplación filosófica del mundo oculto de
las ideas es el fin más elevado de la existencia humana.
Aristóteles
siguió a Platón al considerar el conocimiento abstracto superior a cualquier
otro, pero discrepó de su juicio en cuanto al método apropiado para alcanzarlo.
Aristóteles mantenía que casi todo el conocimiento se deriva de la experiencia.
El conocimiento se adquiere ya sea por vía directa, con la abstracción de los
rasgos que definen a una especie, o de forma indirecta, deduciendo nuevos datos
de aquellos ya sabidos, de acuerdo con las reglas de la lógica.
La
observación cuidadosa y la adhesión estricta a las reglas de la lógica, que por
primera vez fueron expuestas de forma sistemática por Aristóteles, ayudarían a
superar las trampas teóricas que los sofistas habían expuesto. Las escuelas
estoica y epicúrea coincidieron con Aristóteles en que el conocimiento nace de
la percepción pero, al contrario que Aristóteles y Platón, mantenían que la
filosofía había de ser considerada como una guía práctica para la vida y no
como un fin en sí misma.
Después
de varios siglos de declive del interés por el conocimiento racional y
científico, el filósofo escolástico (véase Escolasticismo) santo Tomás de
Aquino y otros filósofos de la edad media ayudaron a devolver la confianza en
la razón y la experiencia, combinando los métodos racionales y la fe en un
sistema unificado de creencias.
Tomás
de Aquino coincidió con Aristóteles en considerar la percepción como el punto
de partida y la lógica como el procedimiento intelectual para llegar a un
conocimiento fiable de la naturaleza, pero estimó que la fe en la autoridad
bíblica era la principal fuente de la creencia religiosa.
LOS TRES NIVELES DEL CONOCIMIENTO.
El ser
humano puede captar un objeto en tres diferentes niveles, sensible, conceptual
y holístico. El conocimiento sensible consiste en captar un objeto por medio de
los sentidos; tal es el caso de las imágenes captadas por medio de la vista.
Gracias a ella podemos almacenar en nuestra mente las imágenes de las cosas,
con color, figura y dimensiones. Los ojos y los oídos son los principales
sentidos utilizados por el ser humano. Los animales han desarrollado
poderosamente el olfato y el tacto.
En
segundo lugar, tenemos el conocimiento conceptual, que consiste en
representaciones invisibles, inmateriales, pero universales y esenciales. La
principal diferencia entre el nivel sensible y el conceptual reside en la
singularidad y universalidad que caracteriza, respectivamente, a estos dos
tipos de conocimiento. El conocimiento sensible es singular y el conceptual
universal. Por ejemplo, puedo ver y mantener la imagen de mi padre; esto es
conocimiento sensible, singular. Pero además, puedo tener el concepto de padre,
que abarca a todos los padres; es universal. El concepto de padre ya no tiene
color o dimensiones; es abstracto. La imagen de padre es singular, y representa
a una persona con dimensiones y figura concretas. En cambio el concepto de
padre es universal (padre es el ser que da vida a otro ser). La imagen de padre
sólo se aplica al que tengo en frente. En cambio, el concepto de padre se
aplica a todos los padres. Por esto decimos que la imagen es singular y el
concepto es universal.
En
tercer lugar tenemos el conocimiento holístico (también llamado intuitivo, con
el riesgo de muchas confusiones, dado que la palabra intuición se ha utilizado
hasta para hablar de premoniciones y corazonadas). En este nivel tampoco hay
colores, dimensiones ni estructuras universales como es el caso del
conocimiento conceptual. Intuir un objeto significa captarlo dentro de un
amplio contexto, como elemento de una totalidad, sin estructuras ni límites
definidos con claridad. La palabra holístico se refiere a esta totalidad
percibida en el momento de la intuición (holos significa totalidad en griego).
La
principal diferencia entre el conocimiento holístico y conceptual reside en las
estructuras. El primero carece de estructuras, o por lo menos, tiende a
prescindir de ellas. El concepto, en cambio, es un conocimiento estructurado.
Debido a esto, lo percibido a nivel intuitivo no se puede definir, (definir es
delimitar), se capta como un elemento de una totalidad, se tiene una vivencia
de una presencia, pero sin poder expresarla adecuadamente. Aquí está también la
raíz de la dificultad para dar ejemplos concretos de este conocimiento. Intuir
un valor, por ejemplo, es tener la vivencia o presencia de ese valor y
apreciarlo como tal, pero con una escasa probabilidad de poder expresarla y
comunicarla a los demás.
Un
ejemplo de conocimiento holístico o intuitivo es el caso de un descubrimiento
en el terreno de la ciencia. Cuando un científico dislumbra una hipótesis
explicativa de los fenómenos que estudia, podemos decir que ese momento tiene
un conocimiento holístico, es decir, capta al objeto estudiado en un contexto
amplio en donde se relaciona con otros objetos y se explica el fenómeno, sus
relaciones, sus cambios y sus características. El trabajo posterior del
científico, una vez que ha vislumbrado una hipótesis, consiste en traducir en
términos estructurados (conceptos) la visión que ha captado en el conocimiento
holístico, gracias a un momento de inspiración.
La
captación de valores nos ofrece el mejor ejemplo de conocimiento holístico.
Podemos ver a un ser humano enfrente de nosotros (esto es un conocimiento
sensible o de primer nivel). Podemos captar el concepto de hombre y definirlo
(esto es un conocimiento conceptual o de segundo nivel). Pero además, podemos
vislumbrar el valor de este hombre en concreto dentro de su familia. Percibimos
su valor y lo apreciamos. Esto es un conocimiento holístico o de tercer nivel.
La
experiencia estética nos proporciona otro ejemplo de conocimiento holístico. Percibir
la belleza de una obra de arte significa captar ese objeto sin estructuras, sin
conceptos, simplemente deteniéndose en la armonía, congruencias y afinidades
con el propio sujeto. Debido a esto, la experiencia estética se puede denominar
también conocimiento por con naturalidad.
EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO.
1.-
Racionalismo.
Se
denomina racionalismo a la doctrina epistemológica que sostiene que la causa
principal del conocimiento reside en el pensamiento, en la razón. Afirma que un
conocimiento solo es realmente tal, cuando posee necesidad lógica y validez
universal. El planteamiento más antiguo del racionalismo aparece en Platón. Él
tiene la íntima convicción de que el conocimiento verdadero debe distinguirse
por la posesión de las notas de la necesidad lógica y de la validez universal.
2.- El
empirismo.
Frente
a la tesis del racionalismo, el pensamiento, la razón, es el único principio
del conocimiento, el empirismo (del griego Empereimía = experiencia) opone la
antitesis: la única causa del conocimiento humano es la experiencia. Según el
empirismo, no existe un patrimonio a priori de la razón. La conciencia
cognoscente no obtiene sus conceptos de la razón, sino exclusivamente de la
experiencia. El espíritu humano, por naturaleza, está desprovisto de todo
conocimiento.
El
racionalismo es guiado por la idea determinada, por el conocimiento ideal,
mientras que el empirismo, se origina en los hechos concretos.
Los
racionalistas casi siempre surgen de la matemática; los defensores del
empirismo, según lo prueba su historia, frecuentemente vienen de las ciencias
naturales. Esto se entiende sin esfuerzo. La experiencia es el factor
determinante en las ciencias naturales.
En
ellas, lo más importante es la comprobación exacta de los hechos por medio de
una cuidadosa observación. El investigador depende totalmente de la
experiencia. Suelen distinguirse dos clases de experiencia: una interna y otra
externa. El fundamento de un conocimiento válido, no se encuentra en la
experiencia, sino en el pensamiento.
3.-
Apriorismo.
En la
historia de la Filosofía existe también un segundo esfuerzo de intermediación
entre el racionalismo y el empirismo: el apriorismo. El cual también considera
que la razón y la experiencia son a causa del conocimiento. Pero se diferencia
del intelectualismo porque establece una relación entre la razón y la
experiencia, en una dirección diametralmente opuesta a la de éste. En la
tendencia de apriorismo, se sostiene que nuestro conocimiento posee algunos
elementos a priori que son independientes de la experiencia. Esta afirmación
también pertenece al racionalismo. Si relacionáramos el intelectualismo y el
apriorismo con los dos extremos contrarios entre los cuales pretenden mediar,
inmediatamente descubriríamos que el intelectualismo tiene afinidad con el
empirismo, mientras que el apriorismo, se acerca al racionalismo. El
intelectualismo forma sus conceptos de la experiencia; el apriorismo rechaza
tal conclusión y establece que el factor cognoscitivo procede de la razón y no
de la experiencia.
LA POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTO.
1.- El
dogmatismo.
Para
el, resulta comprensible el que el sujeto, la conciencia cognoscente, aprehenda
su objeto, esta actitud se fundamenta en una confianza total en la razón
humana, confianza que aún no es debilitada por la duda.
El
dogmatismo supone absolutamente la posibilidad y realidad del contacto entre el
sujeto y el objeto.
Para
Kant el dogmatismo es la actitud de quien estudia la metafísica sin haber
determinado con anterioridad cuál es la capacidad de la razón humana para tal
estudio.
2.-El
escepticismo.
El
dogmatismo frecuentemente se transforma en su opuesto, en el escepticismo.
Mientras que el dogmatismo considera que la posibilidad de un contacto entre el
sujeto y el objeto es comprensible en sí misma, el escepticismo niega tal
posibilidad. El sujeto no puede aprehender al objeto, afirma el escepticismo.
Por tanto, el conocimiento, considerado como la aprehensión real de un objeto,
es imposible. Según esto, no podemos externar ningún juicio, y debemos
abstenernos totalmente de juzgar.
Mientras
que el dogmatismo en cierta forma ignora al sujeto, el escepticismo desconoce
al objeto.
El
escepticismo se puede hallar, principalmente, en la antigüedad. Su fundador fue
Pirrón de Elis ( 360 a 270 ) . El afirma que no puede lograrse un contacto
entre el sujeto y el objeto. La conciencia y cognoscente está imposibilitada
para aprehender su objeto.
3.- El
subjetivismo y el relativismo.
El
escepticismo sostiene que no hay verdad alguna. El subjetivismo y el
relativismo no son tan radicales. Con ellos se afirma que si existe una verdad;
sin embargo, tal verdad tiene una validez limitada. El subjetivismo, como su
nombre lo indica, limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga.
El relativismo afirma que no existe alguna verdad, alguna verdad absolutamente
universal.
El
subjetivismo y el relativismo son análogos, en su contenido, al escepticismo.
En efecto, ambos niegan la verdad; no en forma directa como el escepticismo,
pero sí en forma indirecta al dudar de su validez universal.
4.- El
pragmatismo.
El
escepticismo presenta una actitud esencialmente negativa. Formula la negación
de la posibilidad del conocimiento. El escepticismo adquiere un cariz positivo
en el pragmatismo moderno. El pragmatismo, al igual que el escepticismo,
desecha el concepto de la verdad considerado como concordancia.
El
pragmatismo cambia el concepto de la verdad en cuanto que es originado por una
peculiar concepción de lo que es el ser humano. Dentro de tal concepción el
hombre no es primordialmente un ser especulativo y pensante, sino un ser
práctico, un ser volitivo.
5.- El
criticismo.
Existe
una tercer postura que resolvería la antitesis en una síntesis. Esta postura
intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo recibe el nombre de
criticismo. Al igual que el dogmatismo, el criticismo admite una confianza
fundamental en la razón humana. El criticismo está convencido de que es posible
el conocimiento de que existe la verdad. Pero mientras que tal confianza
conduce al dogmatismo, a la aceptación candorosa, para decirlo en alguna forma,
de todas las aseveraciones de la razón humana y al no fijar límites al poder
del conocimiento humano, el criticismo pone, junto a la confianza general en el
conocimiento humano, una desconfianza hacia cada conocimiento particular,
acercándose al escepticismo por esto.
El
criticismo examina todas y cada una de las aseveraciones de la razón humana y
nada acepta con indiferencia.
RAZÓN
CONTRA PERCEPCIÓN.
Desde
el siglo XVII hasta finales del siglo XIX la cuestión principal en
epistemología contrastó la razón contra el sentido de percepción como medio
para adquirir el conocimiento. Para los racionalistas, entre los más destacados
el francés René Descartes, el holandés Baruch Spinoza y el alemán, Gottfried
Wilhelm Leibniz, la principal fuente y prueba final del conocimiento era el
razonamiento deductivo basado en principios evidentes o axiomas. Para los
empiristas, empezando por los filósofos ingleses Francis Bacon y John Locke, la
fuente principal y prueba última del conocimiento era la percepción.
Bacon
inauguró la nueva era de la ciencia moderna criticando la confianza medieval en
la tradición y la autoridad y aportando nuevas normas para articular el método
científico, entre las que se incluyen el primer grupo de reglas de lógica
inductiva formuladas. Locke criticó la creencia racionalista de que los
principios del conocimiento son evidentes por una vía intuitiva, y argumentó
que todo conocimiento deriva de la experiencia, ya sea de la procedente del
mundo externo, que imprime sensaciones en la mente, ya sea de la experiencia
interna, cuando la mente refleja sus propias actividades. Afirmó que el
conocimiento humano de los objetos físicos externos está siempre sujeto a los
errores de los sentidos y concluyó que no se puede tener un conocimiento certero
del mundo físico que resulte absoluto.
El
filósofo irlandés George Berkeley estaba de acuerdo con Locke en que el
conocimiento se adquiere a través de las ideas, pero rechazó la creencia de
Locke de que es posible distinguir entre ideas y objetos. El filósofo escocés
David Hume siguió con la tradición empirista, pero no aceptó la conclusión de
Berkeley de que el conocimiento consistía tan sólo en ideas. Dividió todo el
conocimiento en dos clases: el conocimiento de la relación de las ideas —es decir,
el conocimiento hallado en las matemáticas y la lógica, que es exacto y certero
pero no aporta información sobre el mundo— y el conocimiento de la realidad —es
decir, el que se deriva de la percepción. Hume afirmó que la mayor parte del
conocimiento de la realidad descansa en la relación causa-efecto, y al no
existir ninguna conexión lógica entre una causa dada y su efecto, no se puede
esperar conocer ninguna realidad futura con certeza. Así, las leyes de la
ciencia más certeras podrían no seguir siendo verdad: una conclusión que tuvo
un impacto revolucionario en la filosofía.
El
filósofo alemán Immanuel Kant intentó resolver la crisis provocada por Locke y
llevada a su punto más alto por las teorías de Hume; propuso una solución en la
que combinaba elementos del racionalismo con algunas tesis procedentes del
empirismo. Coincidió con los racionalistas en que se puede tener conocimiento
exacto y certero, pero siguió a los empiristas en mantener que dicho
conocimiento es más informativo sobre la estructura del pensamiento que sobre
el mundo que se halla al margen del mismo. Distinguió tres tipos de
conocimiento: analítico a priori, que es exacto y certero pero no informativo,
porque sólo aclara lo que está contenido en las definiciones; sintético a
posteriori, que transmite información sobre el mundo aprendido a partir de la
experiencia, pero está sujeto a los errores de los sentidos, y sintético a
priori, que se descubre por la intuición y es a la vez exacto y certero, ya que
expresa las condiciones necesarias que la mente impone a todos los objetos de
la experiencia. Las matemáticas y la filosofía, de acuerdo con Kant, aportan
este último tipo de conocimiento. Desde los tiempos de Kant, una de las
cuestiones sobre las que más se ha debatido en filosofía ha sido si existe o no
el conocimiento sintético a priori.
Durante
el siglo XIX, el filósofo alemán George Wilhelm Friedrich Hegel retomó la
afirmación racionalista de que el conocimiento certero de la realidad puede
alcanzarse con carácter absoluto equiparando los procesos del pensamiento, de
la naturaleza y de la historia. Hegel provocó un interés por la historia y el
enfoque histórico del conocimiento que más tarde fue realzado por Herbert
Spencer en Gran Bretaña y la escuela alemana del historicismo. Spencer y el
filósofo francés Auguste Comte llamaron la atención sobre la importancia de la
sociología como una rama del conocimiento y ambos aplicaron los principios del
empirismo al estudio de la sociedad.
La
escuela estadounidense del pragmatismo, fundada por los filósofos Charles
Sanders Peirce, William James y John Dewey a principios de este siglo, llevó el
empirismo aún más lejos al mantener que el conocimiento es un instrumento de
acción y que todas las creencias tenían que ser juzgadas por su utilidad como
reglas para predecir las experiencias.
POSICIÓN DE LOS AUTORES FRENTE AL
CONCOCIMIENTO.
Para
algunos autores, el fundamento de la posibilidad del conocimiento es la
realidad, bien la sensible (como han defendido los filósofos de orientación
empirista), bien la inteligible (como aquellos racionalistas que han defendido
el carácter realmente existente de las entidades conceptuales o nociones
generales).
El
primer gran filósofo que abordó el estudio del conocimiento fué el francés René
Descartes, en el siglo XVII. Descartes intentó descubrir un fundamento del
conocimiento que fuera independiente de límites y supuestos. Para él, conocer
es partir de una proposición evidente, que se apoya en una intuición primaria.
Descartes formuló tal proposición en su célebre sentencia: "pienso, luego
existo".
Kant
negó que la realidad pudiera ser explicada mediante los solos conceptos y se
propuso conseguir el mismo objetivo, pero intentando determinar los límites y
capacidades de la razón. Si bien existen, efectivamente, juicios sintéticos
apriori, que son la condición necesaria de toda comprehensión de la naturaleza
(trascendentales), el ámbito del conocimiento de limita, sin embargo en el
pensamiento de Kant, al reino de la experiencia.
Según
el británico John Locke, representante moderado del empirismo, las impresiones
de la sensibilidad sólo formaban la base primaria del conocimiento. El también
británico David Hume y algunos autores neopositivistas posteriores
consideraron, por el contrario, que las nociones de las ciencias formales no
son empíricas ni conceptuales, sino formales y, por lo tanto, vacías de
conocimiento.
De
acuerdo con determinadas formas de empirismo existen otras experiencias además
de la sensible, como la experiencia histórica, la experiencia intelectual, etc.
En estas posiciones, a algunos de cuyos precursores - los alemanes Friedrich Nietzsche
y Wilhelm Dilthey- difícilmente se les puede considerar como empiristas, el
término experiencia se entiende en un sentido más amplio. Los autores más
representativos de estas posiciones son el alemán Martin Heidegger y el francés
Jean- Paul- Sartre, que defendieron posturas existencialistas; los
estadounidenses John Dewey y William James, de orientación pragmatista; y el
español José Ortega y Gasset, que mantuvo la postura que él llamó
raciovitalismo, en la que vida y razón constituían los dos polos de su
concepción del mundo.
EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.
Mientras
que la epistemología ha sido entendida tradicionalmente como una teoría del
conocimiento en general, en el siglo XX los filósofos se interesaron
principalmente por construir una teoría del conocimiento científico, suponiendo
que si se lograra disponer de teoría adecuadas que explicaran los mecanismos de
un conocimiento de este tipo, podrían avanzar considerablemente por la misma
vía en la solución de problemas gnoseológicos (doctrinas filosófica y religiosa
que pretendía tener un conocimiento misterioso e instintivo de las cosas
divinas) más generales.
La
elaboración de una epistemología de este tipo constituyó la tarea abordada
especialmente por los autores del Círculo de Viena, que fueron el germen de
todo movimiento del empirismo o positivismo lógico. Para éstos filósofos se
trataba de conseguir un sistema unitario de saber y conocimiento, lo que
requería la unificación del lenguaje y la metodología de las distintas
ciencias. Este lenguaje debería ser insersubjetivo - lo que exigía la
utilización de formalismos y de una semántica común- y universal, es decir,
cualquier proposición debía poder traducirse a él.
Lo
único que puede hacerse es formular la hipótesis de la existencia de una realidad
independiente de nuestra experiencia e indicar criterios para su contrastación
en la medida en que una afirmación de existencia implica determinados
enunciados perceptivos. No hay ninguna posibilidad de decisión respecto a una
realidad o idealidad absolutas. Ello sería, en palabras de Carnap, un
seudoproblema. Todas las formas epistemológicas de la tradición filosófica
inspiradas en posiciones metafísicas - el idealismo y el realismo filosófico,
el fenomelanismo, el solipsismo, etc.- caerían, así, fuera del ámbito del
conocimiento empírico, ya que buscarían responder a una pregunta imposible.
EPISTEMOLOGÍA
EN EL SIGLO XX.
A
principios del siglo XX los problemas epistemológicos fueron discutidos a fondo
y sutiles matices de diferencia empezaron a dividir a las distintas escuelas de
pensamiento rivales. Se prestó especial atención a la relación entre el acto de
percibir algo, el objeto percibido de una forma directa y la cosa que se puede
decir que se conoce como resultado de la propia percepción. Los autores
fenomenológicos afirmaron que los objetos de conocimiento son los mismos que
los objetos percibidos. Los neorrealistas sostuvieron que se tienen
percepciones directas de los objetos físicos o partes de los objetos físicos en
vez de los estados mentales personales de cada uno. Los realistas críticos
adoptaron una posición intermedia, manteniendo que aunque se perciben sólo
datos sensoriales, como los colores y los sonidos, éstos representan objetos
físicos sobre los cuales aportan conocimiento.
Un método
para enfrentarse al problema de clarificar la relación entre el acto de conocer
y el objeto conocido fue elaborado por el filósofo alemán Edmund Husserl.
Perfiló un procedimiento elaborado, al que llamó fenomenología, por medio del
cual se puede distinguir cómo son las cosas a partir de cómo uno piensa que son
en realidad, alcanzando así una comprensión más precisa de las bases
conceptuales del conocimiento.
Durante
el segundo cuarto del siglo XX surgieron dos escuelas de pensamiento, ambas
deudoras del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein. Por una parte, la escuela
del empirismo o positivismo lógico, tuvo su origen en Viena, Austria, pero
pronto se extendió por todo el mundo. Los empiristas lógicos hicieron hincapié
en que sólo hay una clase de conocimiento: el conocimiento científico; que
cualquier conocimiento válido tiene que ser verificable en la experiencia; y,
por lo tanto, que mucho de lo que había sido dado por bueno por la filosofía no
era ni verdadero ni falso, sino carente de sentido. A la postre, siguiendo a
Hume y a Kant, se tenía que establecer una clara distinción entre enunciados
analíticos y sintéticos. El llamado criterio de verificabilidad del significado
ha sufrido cambios como consecuencia de las discusiones entre los propios empiristas
lógicos, así como entre sus críticos, pero no ha sido descartado.
La
última de estas recientes escuelas de pensamiento, englobadas en el campo del
análisis lingüístico (véase Filosofía analítica) o en la filosofía del lenguaje
corriente, parece romper con la epistemología tradicional. Los analistas
lingüísticos se han propuesto estudiar el modo real en que se usan los términos
epistemológicos claves —términos como conocimiento, percepción y probabilidad—
y formular reglas definitivas para su uso con objeto de evitar confusiones
verbales. El filósofo británico John Langshaw Austin afirmó, por ejemplo, que
decir que un enunciado es verdadero no añade nada al enunciado excepto una
promesa por parte del que habla o escribe. Austin no considera la verdad como
una cualidad o propiedad de los enunciados o elocuciones.
CONCLUSIÓN.:
Si la
epistemología - el estudio del conocimiento- constituye, por su propia
naturaleza, una de las partes esenciales de la filosofía, la creciente
importancia en la ciencia y la consiguiente necesidad de dotarla de sólidos
fundamentos teóricos ha acrecentado aún más el interés por la misma en el
moderno pensamiento filosófico.
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