Un libro difícil para quien no esta calificado.
Dos polémicos ensayos y una útil guía de lectura tratan Ser y tiempo, la obra magna de Martin Heidegger
Pocas obras magnas de la filosofía son fáciles de leer,
recordemos la hegeliana Fenomenología del espíritu o la Ética de
Spinoza; aunque ya sabemos que “todo lo excelso es difícil”, lo dijo este
último filósofo. Pero hay un libro que, a causa de su influencia en el
pensamiento contemporáneo y las pasiones contrarias que despierta su autor,
destaca de entre los textos
laberínticos y desasosegantes: Ser y tiempo, de Martin Heidegger
(1889-1976).
Guía de lectura de ‘Ser y tiempo’ de Martin Heidegger.
Jesús Adrián Escudero. 2 volúmenes. Herder. Barcelona, 2016. 390 y 304 páginas
28 y 22 euros
Apareció en 1927, cuando su autor, con 37 años, gozaba de gran fama docente. Sus alumnos, obnubilados por su fuerza filosófica, lo apodaban “el rey secreto del pensamiento” y se creían iniciados en una sabiduría oculta, pues Heidegger ensayaba con ellos la búsqueda de un nuevo lenguaje de pensamiento. Con él estudiaron Hans Jonas, Karl Löwith y la jovencísima Hannah Arendt, de quien Heidegger se prendó a primera vista y consiguió hacerla su amante.
Era la época en que la I Guerra Mundial trastocó
los valores del “mundo de ayer”. Trakl y sus poemas trágicos, Rilke con sus
ángeles negros, Kafka con sus pesadillas oníricas y Thomas Mann con su Montaña
mágica y la seducción de lo enfermizo andaban cercanos al latido de fondo
de Ser y tiempo.
Heidegger se preguntaba en su libro por “el ser de los entes”; sostenía que “la filosofía habla del ser sin saber lo que es”. Sólo Parménides y Heráclito estuvieron cerca de la verdad del ser; más tarde, Platón, con sus ideas eternas, desvirtuó y enmascaró ese saber primigenio. En suma, la metafísica olvidó el ser centrándose en el estudio de los entes. La nueva filosofía tiene que buscar el ser, pero ¿dónde? “En el dasein”, según Heidegger. Este término, el más célebre de su jerga, quiere decir ser ahí o estar aquí; se refiere al existente, al ente que está y vive en este mundo y que es el único al que de verdad “le importa su ser”: el hombre. Es a éste a quien hay que interrogar por el ser.
La An-arquía de Heidegger. Peter
Trawny. Traducción de Raúl Gabás. Herder. Barcelona, 2016. 94 páginas. 12,50
euros
Ser y tiempo se centró en el análisis fenomenológico
de este dasein desde cero: ¿cómo es este recipiente del ser? A grandes
rasgos, lo que Heidegger descubrió fue que cada uno de nosotros, cada dasein,
habita en este mundo, rodeado de objetos y junto con los otros; hemos sido
arrojados a la existencia, estamos desamparados, sin dioses, junto al abismo de
la nada y cara a la muerte —de ahí el famoso apotegma: “El hombre es un ser
para la muerte”—. Nos atenazan la angustia y el miedo, pero nuestra vida es
“cuidado” y podemos encararla desde la “autenticidad” o mantenernos en la
“inautenticidad”. Si el hombre o dasein se deja seducir por la masa de
los mediocres, será como “todo el mundo”, mas si cobra conciencia de su finitud
y vive con gallardía forjando su individualidad, será único y el dueño de su
vida.
Son unas levísimas pinceladas, pero hasta
dar con ellas en Ser y tiempo hay que pasar por un maratón: el libro es
laberíntico. Ortega afirmó con elegancia que “la claridad es la cortesía
del filósofo”; Heidegger fue harto descortés en este punto. José Gaos, el
primer traductor de Ser y tiempo al castellano —traducción farragosa la
suya—, sentenció lo contrario que su maestro: “La claridad es el desprestigio
del filósofo”: otra vez Heidegger.
Ser y tiempo se leyó como una antropología, como la
descripción en clave expresionista del ser humano enfrentado al absurdo. Cada
nuevo lector lo entendió a su manera, sólo Heidegger aseguró que no lo había
entendido nadie. El resto de su obra posterior la concibió como un “giro” que
se desligaba de Ser y tiempo. La lectura en libertad del libro lo hizo fructificar,
tal vez demasiado.
La filosofía de Heidegger. Un nuevo oscurantismo. Heleno Saña. Verbum. Madrid, 2016. 214 páginas.
24,99 euros
Hoy, con el debate de fondo sobre la militancia nazi de
Heidegger y su admiración por Hitler, leer Ser y tiempo es casi una
rareza. O se lee sólo para abominar de su autor, como es el caso de Heleno
Saña, quien descuartiza las ideas de Heidegger en su último libro; a su
entender, Ser y tiempo debe ser leído en clave política porque en él se
incuba el germen del antihumanismo y el nazismo del filósofo. Peter Trawny, con
una retórica descabellada, ensaya sobre la sentencia heideggeriana:
“Quien piensa a lo
grande yerra también a lo grande”. Sostiene que Heidegger
“erró” al abrazar el nazismo y callar sobre el Holocausto; Trawny se enreda
en un galimatías en defensa de lo indefendible y concluye con una tesis poco
edificante: “Quien intenta habitar en el pensamiento de Heidegger tiene que
abandonar las expectativas de responsabilidad y culpa”. Este es justo el tipo
de hombre que algunos críticos ven descrito en Ser y tiempo: el yo sin
culpa ni responsabilidad para con los otros, libre para actuar y dominar: el
macho alfa, el dictador.
De otro tenor es el espléndido trabajo de Adrián Escudero:
una guía de lectura, única en castellano, que desde ahora tendrá que acompañar
a cuantos quieran saltar con red entre los distintos abismos de Ser y tiempo.
Glosas al texto y atinadas precisiones a su terminología acompañan a una
interpretación novedosa y pragmática del libro. Escudero lo encuadra dentro de
la literatura filosófica del cuidado de sí mismo. Aristóteles, Séneca o
Montaigne, maestros en el arte de vivir y del aprecio por la propia persona,
asomarían en sus páginas. Benévola visión del libro más difícil del filósofo
más oscuro.
Esta crítica es la típica que se hace desde la vereda de la intransigencia y desde una posición reaccionaria. Además sostiene fabulas sobre el pensamiento de Heidegger. Publico este escrito como registro de la visión interesada de los circulos mas retrogrados españoles. Visión interesada en descalificar el pensamiento de Heidegger para mantener una visión confesional medieval llena de tabues y mítos que se ha venido difundiendo alejada de la verdad.