FRANÇOIS-PIERRE MAINE DE BIRAN
CONCEPTOS: DRITTE
El yo: Unificación del yo
Yo . Término con el que nos referimos a la identidad o unidad del sujeto, y que ha sido interpretado a lo largo de la historia de la filosofía desde distintas perspectivas, como la psicológica, la gnoseológica y la metafísica, dando lugar a distintas concepciones del mismo.
Concepto central de numerosos sistemas idealistas que presentan el sujeto en calidad de factor primario, activo y ordenador. En tales sistemas, el “Yo” se entiende como portador, por completo independiente, de las particularidades anímicas.
A partir de Descartes, el concepto de “Yo” estuvo vinculado al problema del “principio” en la constitución de los sistemas filosóficos. Según Descartes, el principio intuitivo del pensamiento racional, el “Yo”, pertenece a la substancia pensante.
Hume, que rechazaba toda substancia, reducía el “Yo” a un “haz” de percepciones.
En Kant, el “Yo” puro, contrapuesto a lo empírico individual, aparece como unidad trascendental de la apercepción y como portador del imperativo categórico.
Fichte cree que el “Yo” es un principio absolutamente creador, el cual se presupone a sí mismo y presupone también todo lo existente como el no-”Yo”.
Fichte cree que el “Yo” es un principio absolutamente creador, el cual se presupone a sí mismo y presupone también todo lo existente como el no-”Yo”.
Hegel, como idealista objetivo, refutó esos intentos de partir del “Yo”, pero lo interpretó como unidad pura de la autoconciencia objetiva. Al “Yo” se le asigna un carácter absoluto en las novísimas tendencias idealistas subjetivas (entre otras, el empiriocriticismo, el neopositivismo y el existencialismo). La forma extrema de la concepción idealista subjetiva del “Yo” se da en el solipsismo.
Freud biologiza al hombre y lo desintegra en “Yo” y “super-Yo”. A la interpretación irracionalista del “Yo”, el marxismo contrapone la concepción materialista de hombre.
Viendo la esencia del “Yo” humano exclusivamente en las relaciones sociales, el marxismo demuestra que el hombre (la persona) corona, precisamente, el desarrollo de toda la naturaleza porque es el creador único de sus relaciones sociales, de toda la cultura material y espiritual.
Yo
Concepto filosófico que designa al sujeto de actos previamente trazados, es decir, de actos tales en los que el individuo se da su propia respuesta y por los que asume responsabilidad. Comparemos estas dos expresiones: “Yo pienso” y “Se me vino a la mente (se me ocurrió) esta idea”. En ambos casos se trata sin duda de algo subjetivo, de algo que tiene lugar en mi cabeza y no en el mundo exterior. En la primera expresión, sin embargo, se tiene en cuenta un acto del que el individuo mismo es el iniciador; en el segundo, en cambio, se trata de un estado que el individuo experimenta, por el que pasa.
Los sistemas filosóficos que estudian el problema de la actividad de la conciencia conceden gran atención a la categoría de Yo. Fue esbozada por vez primera por Descartes, quien veía en la actividad del pensamiento cognoscente la manifestación superior y más completa del individuo, de su libre voluntad. Posteriormente fue desarrollada en la filosofía idealista alemana. Según Kant el Yo es el sujeto de actos que pueden ser incriminados al individuo. Partía de que no es posible juzgar al hombre por las acciones que realiza en un tribunal moral, de que no se peca contra la conciencia, así sea involuntariamente o por desconocimiento.
Al examinar los problemas del Yo Hegel fue el primero en tratar de situarse en un terreno histórico, aun cuando, desde su punto de vista, la historia no es más que el proceso de desarrollo de la idea absoluta. En su opinión no es posible definir el Yo de manera abstracta, ya que depende del grado de la autoconciencia moral, del nivel de evolución de las relaciones espirituales en este o el otro período histórico.
En la trayectoria de la historia se va ampliando la esfera de la responsabilidad del hombre, el círculo de los actos sobre los que se tiene conciencia, que se hallan bajo el control de nuestro Yo. No podemos juzgar al griego del período homérico por lo que se juzgaría a un cristiano o a un hombre que vive en una sociedad en la que existen relaciones jurídicas desarrolladas.
La interpretación de la categoría de Yo en la filosofía burguesa contemporánea representa en esencia un paso atrás con respecto a la hegeliana: el Yo no es vinculado a la actividad de la razón humana, a la iniciativa, a un propósito de investigación.
Algunos pensadores burgueses ven en el Yo al “censor” de las inclinaciones animales espontáneamente surgidas, al burócrata que se ha introducido en el hombre y que ha colocado en cualquiera de sus vivencias las etiquetas de “Permitido” y “No permitido”. Desde el punto de vista de algunos filósofos burgueses (por ejemplo de ciertos existencialistas) el Yo humano es el más inconsciente dispositivo del individuo.
El pensamiento integral considera que la personalidad humana se halla determinada en última instancia por el conjunto de todas las relaciones sociales en tal o cual grado de su evolución. Del grado de desarrollo de las relaciones sociales y principalmente de las relaciones de producción materiales dependen no solamente la actividad del hombre sino asimismo el grado de evolución de su autoconciencia, el diapasón de sus actos trazados con antelación, la riqueza del Yo. El concepto de Yo se utiliza también como sinónimo del de conciencia.
”Yo” (en filosofía)
Centro espiritual de la personalidad, de la individualidad humana, que mantiene una actitud activa hacia el mundo y hacia sí misma. El “yo” es propio del hombre que controla él mismo sus actos y es capaz de desarrollar la iniciativa en todos los aspectos. Al interpretar el “yo” como principio ideal, las concepciones idealistas no advertían la base activa histórico-concreta del “yo” humano.
A menudo, este problema dichas concepciones la planteaban como el problema del punto de partida de la construcción de los sistemas filosóficos.
Según Descartes, el “yo” se manifiesta como lo que pertenece a la substancia pensante, como principio intuitivo del conocimiento racional, afianzando así su propia independencia. El punto de vista del individuo aislado y la contemplación conducían en el marco del idealismo al solipsismo, y en el del materialismo metafísico, a la reducción del hombre al nivel de objeto pasivo, que se subordina al curso exterior de la historia.
La filosofía clásica alemana renunció a la interpretación psicólogo-individualista del “yo”, propia del empirismo inglés. Pero separó del hombre social viviente el “yo”, convirtiéndolo en “sujeto transcendental”.
Julio de Zan. La filosofía social y política de Hegel. Ediciones del Signo, 2009 - 490 páginas
La Filosofía social y política de Hegel
Especialistas en la materia han destacado que La filosofía social y política de Hegel, viene a llenar un vacío en las investigaciones sobre la filosofía práctica hegeliana y en las publicaciones existentes en lengua española por lo que su puesta al día en nuestra lengua del estado actual de los estudios sobre el tema. Lo cual lo convierte en texto de lectura obligatoria para el estudio del tema, en una edición en que el autor ha tenido en cuenta especialmente, desde la reformulación del Título de la obra, a los lectores no especializados del público general, porque puede leerse como una introducción general a la Filosofía de Hegel (filosofía que a veces desalienta la lectura por su riguroso aparato sistemático). Se trata del pensamiento político del gran filósofo alemán, que se comprende y se expone aquí como respuesta a los problemas concretos del Estado moderno y de la sociedad burguesa en formación en su época. De Zan entiende que una buena introducción a la Filosofía hegeliana tiene que comenzar por los contenidos originales de su comprensión de la historia, de la estética, la política o la religión y no por las abstracciones de la lógica difícilmente comprensibles por sí mismas.
Fichte sostiene que tal “yo” es la substancia, principio creador absoluto que no supone sólo a sí mismo, sino también a todo lo existente como su “no-yo”.
El idealismo objetivo, que desarrollaba la dialéctica, interpretaba la esencia social del “yo” humano como fuerza enajenada, que está por encima de los hombres concretos, como razón mundial (Hegel). El irracionalismo reprodujo la sensación de la personalidad en la sociedad burguesa que tropieza con el hecho de que en ella se niega el “yo”. Pero el punto de vista irracional sobre el individuo no hace más que perpetuar la situación de enajenación.
El freudismo expresó la desintegración de la personalidad bajo el capitalismo y la biologización de sus impulsos como estado de sumersión del “yo” en “ello” (reino de las inclinaciones ciegas), y la percepción desfigurada por el individuo de su propia esencia social, como resultado del control que ejerce el “super-yo”, hostil a él. En las formaciones de clase antagónicas, la desintegración y la enajenación de la actividad conducen en efecto a que el individuo se despersonifique, pierda su “yo”.
Por eso, la base de la supresión de las concepciones falsas del “yo” es la lucha real por el afianzamiento del hombre como artífice de las relaciones sociales y de las normas de vida de la sociedad. La manifestación más plena y libre en cada hombre, como sujeto activo, de su “yo” humano se hace posible en la sociedad que permita las condiciones del desarrollo integral del individuo.
http://www.filosofia.org/enc/ros/yo.htm
The Idealist philosopher George Berkeley argued that physical objects do not exist independently of the mind that perceives them and that an item truly exists only so long as it is observed (otherwise it is not only meaningless but simply non-existent). Berkeley, however, further argued that there must also be an all-encompassing Mind (or God), so his position is not one of pure Solipsism.
SOLIPSISMO:
Solipsismo, del latín "[ego] solus ipse" (traducible de forma aproximada como "solamente yo existo"), es la creencia metafísica de que lo único de lo que uno puede estar seguro es de la existencia de su propia mente, y la realidad que aparentemente le rodea es incognoscible y puede, por un lado, no ser más que parte de los estados mentales del propio yo. De esta forma, todos los objetos, personas, etc... que uno experimenta serían meramente emanaciones de su mente, y, por lo tanto, la única cosa de la que podría tener seguridad es de la existencia de sí mismo. Por otro lado, todo lo que un individuo supone que está a su alrededor puede que (para él) de verdad exista, pero todas las personas, excepto él, pueden no tener una conciencia ni/o alma y estar controladas por Dios o una deidad.
Héctor J. Ayala. Solipsismo y mundo externo en la filosofía de G.W. Leibniz. Universidad Politécnica de Valencia, D.L., 2003,
Diccionario de filosofía, Juan Carlos González García, Biblioteca Edaf (vol. 252), Madrid 2000
Solipsism: noun [ U ] SOCIAL SCIENCE, PSYCHOLOGY
the belief that only your own experiences and existence can be known
https://dictionary.cambridge.org/dictionary/english/solipsism
Solipsism is the position in Metaphysics and Epistemology that the mind is the only thing that can be known to exist and that knowledge of anything outside the mind is unjustified. It is a skeptical hypothesis and leads to the belief that the whole of reality and the external world and other people are merely representations of the individual self, having no independent existence of their own, and might in fact not even exist. It is not, however, the same as Skepticism (the epistemological position that one should refrain from even making truth claims).
Solipsism is, therefore, a pure variety of Idealism (more specifically Subjective Idealism or Subjectivism), and is opposed to concepts such as Materialism, Physicalism, and Objectivism which hold that the only thing that can be truly proven to exist matters.
The central assertion of Solipsism rests on the lack of solid proof of the existence of the external world, and Strong Solipsism (as opposed to Weak Solipsism) asserts that no such proof can be made.
It is often considered a bankrupt philosophy, or at best bizarre and unlikely. Critics have argued that the very idea of communicating philosophical ideas would be entirely pointless to a true solipsist as, according to them, there is no other mind with whom they would communicate their beliefs. It also goes against the commonly observed tendency for sane adult humans in the western world to interpret the world as external and existing independently of themselves.
History of Solipsism
Positions somewhat similar to Solipsism are present in much of Eastern Philosophy, particularly in Taoism, several interpretations of Buddhism (especially Zen), and some Hindu models of reality.
The origins of Solipsism in Western Philosophy lie with the Greek Pre-Socratic Sophist Gorgias who claimed that: 1) nothing exists; 2) even if something exists, nothing can be known about it; and 3) even if something could be known about it, knowledge about it cannot be communicated to others. While to some extent merely an ironic refutation and parody of the position of Parmenides and the Eleatic philosophers (that all being is one), Gorgias nevertheless captured at least the spirit of Solipsism.
Solipsism also lies at the heart of Descartes' view that the individual understands all psychological concepts (thinking, willing, perceiving, etc) by analogy with his or her own mental states (i.e. by abstraction from inner experience). Descartes' method of Cartesian Skepticism led him to doubt the existence of the world he perceived, and in his famous formulation "Cogito Ergo Sum" ("I think therefore I am") he retreated to the only thing he could not doubt, his own conscious self.