sábado, 19 de octubre de 2013

Glosa de la obra del filósofo Cornélius Castoriades



CONTENTIO MEUS, PHILOSOPHICIS NOTIONIBUS DOCTRINAM MEAM



Glosa de la obra del filósofo  Cornélius Castoriades.
Percy C. Acuña Vigil


Su obra es crítica de toda burocratización y conformación de instituciones que produzcan heteronomía (alienación) en vez de autonomía, fue un implacable crítico del stalinismo, y de todo dogmatismo, de toda impostura totalitaria. Por lo tanto lo fue con el lacanismo, con el estructuralismo en general, luego con el posmodernismo, y criticó toda idea de "muerte del sujeto", "fin de la historia", etc..

Su lúcida crítica del marxismo, en el cual vio una nueva forma de lo totalitario, peor que el proveniente del capitalismo, lo lleva a recuperar a la tradición filosófica griega en sus disquisiciones sobre la sociedad, pero proponiendo que ésta había sido superada por la Revolución francesa, y que es necesario ir más lejos aún.

El llamado permanente a la democracia y a la autonomía de la sociedad y de los sujetos (una imposible sin la otra), el papel primordial dado a la educación (entendida como Paideia), y el postular que el psicoanálisis como una praxis que participa del proyecto de la autonomía (opuesto al del capitalismo) ocupó sensiblemente sus escritos y disertaciones durante la última etapa de su obra, y de su vida. En su seminario, los últimos años trabajó profundamente la concepción de la psique en lo relativo a la imaginación radical, redefiniendo la interrelación entre representaciones, deseos y afectos.
El imaginario social de Cornelius Castoriadis

A partir de la apreciación y preocupación por rescatar al ser histórico-social, en 1975, Castoriadis revoluciona la manera de pensar en la filosofía occidental, cuando cuestiona las respuestas tradicionales (tanto del estructuralismo, funcionalismo y fisicalismo) en torno a dos cuestiones: lo que mantiene unida a una sociedad y la razón por la que existe una alteración de la temporalidad.

El autor explica la manera en que la sociedad se instituye a sí misma y la forma en que se instauran una serie de prácticas y discursos que corroboran y reafirman la equivalencia, entendimiento u orden en las sociedades.

Orden no significa perdida de libertad.

Para explicar lo histórico-social, el autor comienza haciendo una división de las dimensiones que operan en este ser: la lógica heredada (identitario-conjuntista) y el imaginario social. La primera es la que se ha hegemonizado a lo largo del tiempo; ésta concibe y postula al ser como un ser-determinado, la existencia como determinidad y el decir como un decir determinado. Se podría argumentar que el resultado más rico de la lógica conjuntista son las matemáticas, que han venido a extrapolarse a todos los ámbitos del decir y representar social (legein) y del hacer social (teukhein).

Por su parte, la segunda (el imaginario social) se enmarca en lo indeterminado; en lo inconsciente; en fin, en la imaginación. Bajo esta dimensión se construye e instituye una manera de pensar la sociedad no tanto desde la identidad y lo determinable, sino más bien desde la creación indeterminada e incesante de la sociedad, de sus producciones y de los significados, sentidos y prácticas que se movilizan con esas producciones (Vázquez, 2002).

Asimismo, esta dimensión es el fundamento indescifrable en el cual descansa toda sociedad dada; es la condición de posibilidad que jamás se da directamente y que permite pensar la relativa indeterminación de la institución y de las significaciones sociales; es la que explica las diferencias que existen entre cada sociedad considerada. El imaginario social es fundamental para entender la posibilidad y el modo del conocimiento de la realidad (Cabrera, 2006).



No obstante, para Castoriadis la contribución que el pensamiento heredado (la dimensión identitaria-conjuntista), ha podido aportar a lo histórico-social es principalmente negativa, resultado de las limitaciones de un modo de pensar y de la exhibición de sus imposibilidades. No es posible entender el ser histórico-social únicamente bajo la lógica de conjuntos, ya que ésta se escapa de cualquier explicación determinista que intente separarla, fijarla o diseccionarla en términos definitivos y absolutos. Al contrario, lo histórico-social sólo puede pensarse “como un magma, como un magma de magmas, organización de una diversidad no susceptible de ser reunida en un conjunto, ejemplificada por lo social, lo imaginario y lo inconsciente” (Castoriadis, 1975, p. 34). De igual modo, es imposible separar lo histórico de lo social, ambos son posibilidad y existencia tanto del uno como del otro.

Esto no quiere decir que todo sea magma o un caos indefinido, sino cómo sería posible que las personas se comunicaran, se entendieran o establecieran ciertas prácticas sociales. Lo que Castoriadis trata de decir cuando argumenta que el ser histórico-social se construye a partir de la imaginación, creación e indeterminación del ser, es que del magma de significaciones sociales se pueden extraer o construir organizaciones conjuntistas en cantidad indefinida, pero éste jamás se puede reconstruir por una composición conjuntista. En este sentido, la institución de la sociedad es cada vez institución de un magma de significaciones.

 Sin embargo, esto sólo es posible a partir de la instrumentación de la sociedad en dos instituciones que operan desde la lógica identitaria-conjuntista, es decir, el legein y el teukhein. El “legein”[3] [distinguir-elegir-poner-reunir-contar-decir] es el que encarna y da existencia a la dimensión identitaria-conjuntista del lenguaje o representar social, es a partir de él que el lenguaje se convierte en código. Por su parte, el “teukhein”[4] [reunir-adaptar-fabricar-construir] hace lo mismo que el legein, pero esto sucede en el ámbito del hacer social.

Ambas instituciones se implican recíprocamente y, asimismo, son creaciones absolutas de lo histórico-social, es decir, las dos operan desde la dimensión de lo indeterminable y lo imaginario, y se prestan a la lógica identitaria-conjuntista para instituirse en el mundo social.

De tal forma, se podría decir que tanto la institución del legein como del teukhein son virtualmente un medio de apertura indefinida de significados, debido a que aunque organizan e instituyen la sociedad y su mundo, también suministran los recursos para romper sus esquemas existentes, y por consiguiente, alterar su equivalencia u orden social. En otras palabras, lo que Castoriadis quiere decir cuando argumenta que ambas instituciones se prestan a la lógica identitaria o de conjuntos, no significa que este sea un proceso o un producto determinado, o que opere en lo racional, sino que tanto el uno como el otro son creaciones indefinidamente determinables en y por las significaciones imaginarias sociales que se construyen en el ser histórico-social.

Referencias que considero útiles.

Cornelius Castoriadis: Una lectura educativa de La institución imaginaria de la sociedad1
Castoriadis, Cornelius. 2007. La institución imaginaria de la sociedad. Buenos Aires: Tusquets  
Glosario

El campo de lo social, historico:

El último filósofo? :

Foro de filosofia de la UNED:

Rorty pensaba que el fin de toda investigación debiera ser "hacernos más felices permitiéndonos afrontar con más éxito el entorno físico y la convivencia".

Ver: El Imaginario social
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Actualidad de Castoriadis

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