lunes, 8 de diciembre de 2014

Razón: Kant y el racionalismo.



Razón

La razón es la facultad en virtud de la cual el ser humano es capaz de identificar conceptos, cuestionarlos, hallar coherencia o contradicción entre ellos y así inducir o deducir otros distintos de los que ya conoce. Así, la razón humana, más que descubrir certezas tiene la capacidad de establecer o descartar nuevos conceptos concluyentes o conclusiones, en función de su coherencia con respecto de otros conceptos premisas.

En un sentido general, la Razón es la facultad formuladora de principios. Se divide en Razón Teórica y Razón Práctica.

No se trata de dos razones distintas sino de dos usos de la misma y única razón. Cuando dichos principios se refieren a la realidad de las cosas, cuando utilizamos la Razón  para el conocimiento de la realidad, estamos ante el uso teórico de la Razón (o Razón Teórica); cuando dichos principios tienen como objeto la dirección de la conducta, la Razón tiene un uso práctico (Kant la llama Razón Práctica).

 En su uso teórico la Razón genera juicios y en su uso práctico imperativos o mandatos. En un sentido más restringido y en el contexto de la "Crítica de la Razón Pura", la Razón es la facultad de las argumentaciones, es la facultad que nos permite fundamentar unos juicios en otros, y que junto con la Sensibilidad y el Entendimiento compone las tres facultades cognoscitivas principales que Kant estudia en la “Crítica de la Razón Pura”.

Los mecanismos de la razón
Para su cometido, la razón se vale de principios, que por su naturaleza tautológica (se explican en sí mismos), se asumen íntima y universalmente como ciertos. Éstos son descritos por la lógica que es la disciplina encargada de descubrir las reglas que rigen la razón.
Los principios lógicos son básicamente:

El principio de identidad, que evidencia que un concepto o materia es ese mismo concepto o materia (A es A).
El principio de no contradicción, que evidencia que un mismo concepto o materia no puede ser y no ser a la vez (A no es negación de A).
El principio del tercero excluido, que evidencia que entre el ser o no ser de un concepto o materia, no cabe situación intermedia (A es, o no lo es).

Utilizando estos principios, la razón es capaz de otorgar coherencia o contradicción a las proposiciones, atendiendo no tanto a su contenido como a sus relaciones lógicas.

Tipos de razonamiento
Razonamiento abductivo

El razonamiento abductivo es un tipo de razonamiento que a partir de la descripción de un hecho o fenómeno llega a una hipótesis que lo explica, tal hipótesis es conjetural la mejor explicación, o la más probable.
Razonamiento deductivo

La filosofía tradicional de lógica primaria, era fundamentalmente deductiva y no inductiva. Por ello la experiencia constituye un fundamento cognoscitivo completamente secundario.

Los principios y conceptos, como esencias y leyes universales, podían ser intuidas por el entendimiento humano; por sí mismo (los principios) o a partir del conocimiento por experiencia de una serie de casos particulares (por abstracción).

La lógica deductiva discurre sobre lo que se sigue universalmente desde premisas dadas por la razón humana. Es esta la razón por la cual Aristóteles estableció los principios a priori para la lógica, todavía enseñados en nuestra época: el principio de identidad, el principio de no contradicción, el principio del tercero excluido y el principio de razón suficiente [[1]] como axiomas evidentes y por tanto como verdades necesarias y universales, es decir, aplicables en todos los casos y en cualquier contexto.

Para Aristóteles el silogismo es un argumento en el cual, establecidas ciertas cosas, resulta necesariamente de ellas, por ser lo que son, otra cosa diferente.
Aristóteles An. Pr. I 24 b 18-23

Es un argumento categórico que va de lo necesario a lo necesario, basado en el ser de las cosas.

Sin embargo hacer uso únicamente de la lógica deductiva puede llevar a errores. Pues se parte como verdad "universal" y "necesaria" de unos principios o leyes que no están confirmados por la experiencia concreta, sino, a lo sumo, en una generalización a partir de la observación de casos particulares, lo que nunca puede justificar un principio universal. [2]
Así, Aristóteles se equivocó incluso en el número de dientes que tenían las mujeres, habiéndose podido enterar simplemente observando y contando. [3][3]

En oposición al mero formalismo lógico los idealistas, y en especial Hegel, consideraron de otra forma el principio de contradicción en cuanto a lo Universal moral como "praxis" o conceptual y teórico. Propusieron el método dialéctico para partir de la materia concreta dada para llegar a la forma de abstracciones universales y luego proponer definiciones generales. El análisis deja lo concreto como fundamento y por medio de la abstracción de las particularidades, que aparentan ser inesenciales, pone de relieve lo universal concreto o sea la fuerza de ley general.
Razonamiento inductivo

En el mismo sentido, el razonamiento inductivo, es el estudio de derivar una generalización o una ley a partir de observaciones. Éste fue posteriormente incluido en el estudio de la lógica, y fue adoptado como el razonamiento básico de la investigación científica, combinándola cuando corresponde con la deducción. Este probablemente es el motivo del éxito y la certeza de los modelos científicos actuales. Es decir, la inclusión del razonamiento inductivo en las ciencias no es menor en nuestras vidas, nos permitió tener el modelo científico actual el cual nos ha dado una cantidad impresionante de tecnología y supuestas “verdades”.

En la ciencia moderna, el razonamiento inductivo basa sus conclusiones en las inferencias estadísticas. Es decir, se toma o registran una cantidad de datos sobre un fenómeno y se establecen conclusiones basadas en modelos probabilísticos, en la mayoría de los casos siguiendo la curva normal, acerca del fenómeno estudiado. La base filosófica del razonamiento inductivo la encontramos en el principio de razón suficiente, desarrollado, entre otros, por Leibniz.
Contrastes

La diferencia entre la validez inductiva y la deductiva es la siguiente: Una indiferencia es deductivamente válida si y sólo si no hay posible situación en la cual todas las premisas son verdaderas y la conclusión falsa. La noción de validez deductiva puede ser rigurosamente establecida para sistemas de lógica formal en términos de las bien entendidas nociones de la semántica. La validez inductiva, por el otro lado, requiere que se defina una “generalización rentable” a partir de un conjunto de observaciones. La tarea de proveer esta definición puede ser enfrentada de varias maneras, algunas menos formales que las otras; algunas de estas definiciones pueden usar modelos matemáticos de probabilidades.

Kurt Gödel ha demostrado que en cualquier formalización consistente de las matemáticas que sea lo bastante fuerte para definir el concepto de números naturales, se puede construir una afirmación que ni se puede demostrar ni se puede refutar dentro de ese sistema y que ningún sistema consistente se puede usar para demostrarse a sí mismo.

Por tanto, en nuestra época los razonamientos deductivos e inductivos deben complementarse y trabajar juntos, buscando así la verdad sobre la realidad y el entorno.

Historia

La razón como principio del conocimiento conceptual, que supera el conocimiento de la experiencia, como fenómeno opuesto a intelectual fue considerado fundamental en el pensamiento por los griegos, que consideraron esta cualidad como propiedad específica del alma humana, permitiendo así el lenguaje y el intercambio entre los hombres; convirtiendo la argumentación, la discusión y el diálogo en las acciones necesarias para el desarrollo intelectual, la búsqueda del conocimiento, y el establecimiento de relaciones políticas.

La razón ha sido vista de este modo como la expresión privilegiada de las capacidades humanas, descalificando otras propiedades del espíritu. Tal ha sido sobre todo la consideración de la Razón con mayúsculas durante la Edad Moderna. [4]4 En la actualidad se considera una facultad no desligada sino en perfecta unidad, que no en perfecta armonía, con las demás capacidades como los sentimientos y sobre todo la acción y adaptación en el entorno natural, cultural y social de cada individuo y grupo. [5]5

Diversas concepciones
El Logos socrático

El Logos o razonamiento es considerado no como un instrumento, sino como una realidad que se impone a la mente y la arrastra. El razonamiento es un sentido, una realidad autónoma, superior al que razona, el cual sólo mediante el razonamiento se pone en contacto con un mundo más alto.


Sócrates siente que posee en su interior una fuente de revelación, una llave, que le abre las puertas de un mundo superior donde las cosas ya no son medianas, como el mundo de la realidad. Ya que lo que esta revelación interior nos entrega es la verdad misma, la verdad única, que se opone terminantemente a la verdad múltiple, personal y caprichosa de los sofistas, y también a la realidad fluyente de Heráclito.

No es fácil comprender el asombro, el entusiasmo, el deslumbramiento que en las gentes del siglo V a. C. despertaba el uso de la razón. En ese entonces, conversar con Sócrates era como asistir a una fiesta o fantasmagoría, a un teatro extraordinario que nunca había sido contemplado hasta ahora por el ser humano.

Según Kant, en un sentido general, la razón (Vernunft) es la facultad formuladora de principios en contraposición a el concepto entendimiento (Verstand). El filósofo distingue en Razón Teórica y Razón Práctica, no tratándose éstas de dos razones distintas, sino de dos usos distintos de la misma y única razón. Cuando dichos principios se refieren a la realidad de las cosas, es decir, si usamos la Razón para el conocimiento de la realidad, estamos ante el uso teórico de la Razón. Cuando dichos principios tienen como fin la dirección de la conducta, le estamos dando a la razón un uso práctico. En su uso teórico la Razón genera juicios y en su uso práctico imperativos o mandatos.

En un sentido más restringido y en el contexto de la "Crítica de la razón pura", la razón es la facultad de las argumentaciones, la facultad que nos permite fundamentar unos juicios en otros, y que junto con la sensibilidad y el entendimiento componen las tres facultades cognoscitivas principales que Kant estudió. Marcando la proporcionalidad de las ideas de Aristóteles con las ideas del razonamiento expuesto por Kant, se podría inferir un uso de la razón lógica en aquellos procesos de conocimiento.



LOGOS
Logos (en griego λóγος -lôgos- ) significa: la palabra en cuanto meditada, reflexionada o razonada, es decir: "razonamiento", "argumentación", "habla" o "discurso". También puede ser entendido como: "inteligencia", "pensamiento", "sentido", la palabra griega λóγος -lôgos- ha sido y suele ser traducida en lenguas romances como Verbo (del latín : Verbum).

Es uno de los tres modos de persuasión en la retórica (junto con el ethos y el pathos), según la filosofía de Aristóteles.

Definiciones: Significado filosófico

Heráclito utiliza esta palabra en su teoría del ser, diciendo: "No a mí, sino habiendo escuchado al logos, es sabio decir junto a él que todo es uno." Tomando al logos como la gran unidad de la realidad, acaso Lo real, Heráclito pide que la escuchemos, es decir, que esperemos que ella se manifieste sola en lugar de presionar.

El ser de Heráclito, entendido como logos, es la Inteligencia que dirige, ordena y da armonía al devenir de los cambios que se producen en la guerra que es la existencia misma. Se trata de una inteligencia sustancial, presente en todas las cosas. Cuando un ente pierde el sentido de su existencia se aparta del Logos.
Significado psicológico

En logoterapia, la tercera escuela vienesa de psicología -después del psicoanálisis de Sigmund Freud y de la Psicología Individual de Adler- desarrollada por Frankl, la búsqueda del logos (en este caso: "sentido de la existencia") es el centro del trabajo existencial y terapéutico para encontrar el sentido y el significado que orientan la praxis del ser humano.
Significado teológico

En el prólogo del Evangelio de Juan, se menciona al Λóγος, identificándolo como a la persona espiritual con Dios en el principio de la creación. Juan 1:1 dice:

    εν αρχη ην ο λογος και ο λογος ην προς τον θεον και θεος ην ο λογος
    En el principio era el logos y el logos era con Dios el logos era Dios.

    Traducido al latín en la Vulgata: In Principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Deus erat Verbum
    En el principio era el Verbo [la palabra razonada] y el Verbo era con Dios el Verbo era Dios .

Muchas interpretaciones han surgido en torno al significado del Logos en este versículo. Algunos lo relacionaron con el Logos de la filosofía griega y la judeo helenística de Filón de Alejandría quien precisamente utiliza -antes de del siglo I- la palabra griega Λógos para significar la sabiduría y, especialmente, la razón inherente a Dios, luego del siglo I y a partir del Evangelio según Juan Λóγος (traducido al latín como Verbum) obtiene una significación cristiana.

 Los gnósticos se inclinaron más por el primer componente. Los cristianos apologistas del siglo II, veían en él al Hijo de Dios, pero algunos como Tertuliano, diferenciaban entre el Logos como atributo interno en Dios, y otro el Logos que engendró Dios, que se tornaría en una persona.

Otros teólogos lo entendían ontológicamente como "la razón de Dios" e inseparable de él. Los que se oponían a esta visión alegaban que al Logos se le predica sin artículo definido en griego, y esto indicaría para algunas opiniones que este Logos era un "segundo Dios"(δευτερος θεος) (véase Orígenes de Alejandría), pero no el Dios Todopoderoso, El Dios (ο θεος), que lleva artículo definido.

El Logos es interpretado como aquello que existía desde el principio (αρχη/arkhé) con Dios (con mayúscula, porque es el nombre propio). La palabra admite más de treinta acepciones, no obstante y según san Agustín antes de la existencia de la creación no existía el tiempo, lo que convierte a la Razón en la energía del Universo.


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